Todos pagamos impuestos. Ya desde que gastamos el primer euro de la paga semanal que nos dan nuestros padres, pues en el precio de la compra se incluyen tasas que recauda el Estado. De modo que conviene saber cuáles y cómo son esos impuestos, cuyo pago no podemos ni debemos eludir porque ayudan a mantener la economía del país. Y en España, éstos se dividen en dos grandes grupos: los impuestos directos y los indirectos.
Los impuestos directos recaen sobre las personas o entidades. Gravan directamente su capacidad económica y su patrimonio tomando en consideración sus propios bienes o ingresos. Es decir, se aplica sobre los ingresos obtenidos, los incrementos patrimoniales o la transmisión de bienes muebles o inmuebles.
Son impuestos directos el de la Renta de las Personas Físicas (IRPF), el Impuesto sobre Sociedades, el de Sucesiones y Donaciones y el de Patrimonio.
El IRPF, por ejemplo, toma en consideración las rentas de la persona durante el año y en función de las cifras acreditadas ante la agencia tributaria aplican un porcentaje de gravamen de acuerdo a su nivel.
Impuestos indirectos
Los impuestos indirectos, por su parte, son aquellos que gravan el consumo de bienes y servicios con independencia del poder adquisitivo del contribuyente. Se aplica a la obtención de bienes y servicios, transmisiones de bienes y derechos en general. Es decir, no depende del consumidor, sino de los productos.
Es el caso, por ejemplo, del más conocido de los impuestos indirectos, el IVA. Así, cuando adquieres un producto no se tiene en cuenta tu nivel de renta, sino el tipo de IVA aplicado a cada producto, de modo que todos los consumidores pagarán por igual el 4%, el 10% o el 21% según el artículo que compren.
Son impuestos indirectos, además del ya mencionado Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA), los Impuestos Especiales (hidrocarburos, tabaco, alcohol…), el Impuesto sobre Primas de Seguros y el Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales (ITP).
Leave a Reply