La tradicional paga que los padres asignan a sus hijos a partir de cierta edad, no debe entenderse como un premio, sino como la transferencia de una primera responsabilidad económica a los menores, lo cual formará parte importante de su educación financiera.
Esa asignación no debe ser un gasto extra para los progenitores, sino que ahora son los niños los que harán ese gasto, en vez de los padres, para adquirir aquello que desean en el ámbito del ocio, ya sea un juguete, una golosina o cualquier otro capricho. Es decir, aunque el dinero surja del mismo bolsillo paterno, serán los hijos quienes lo gestionarán. Una manera muy práctica de enseñarles a calcular el valor del dinero, pues cuando se acaba ya no pueden comprar nada más, y los padres no deben hacerlo tampoco.
La modalidad de la paga dependerá del criterio de los padres. Algunas familias dan una cantidad semanal o mensual y otras pagan por tareas realizadas o por recibir buenas notas. Todas son aceptables, aunque los expertos aconsejan dar una cantidad base semanal (mejor que mensual), con la posibilidad de ganar algo extra por hacer ciertos trabajos adicionales. Así aprenderá a planificar teniendo unos ingresos regulares y además conocerá el valor de un trabajo bien hecho. Además comprenderán que el dinero se consigue con esfuerzo.
La cantidad de la paga
La cantidad de la paga también debe tener una lógica pedagógica, que una suma demasiado alta neutralizaría. Hay que recordar que la asignación debe servir, entre otras cosas, para que los niños aprendan que el dinero es limitado, que no se puede comprar todo y es necesario priorizar y ahorrar para conseguir otros objetivos, que ahorrar cuesta y que hay que diferenciar entre necesidades y deseos.
Tal y como venimos explicando en Domestica Tu Economía, en una serie de artículos dedicados a la educación financiera de los hijos, hay que evitar que el dinero que reciban los niños sirvan para fomentar malos hábitos de gasto o actitudes despilfarradoras, que podrían marcar su relación con la economía personal para el resto de su vida.
Con la paga también debe fomentarse el ahorro de los hijos, por lo que es importante calcular sus gastos habituales, que hasta la fecha pagan los padres, y transferirles el dinero necesario para cubrirlos y algo más para ahorrar. Según la edad pueden ser los cómics, las chucherías, las entradas de cine o cualquier otro gasto habitual de su ocio, que ahora pagarán ellos. Pero si gestionan bien, deben poder comprarlo todo y reservarse una parte para el ahorro.
Los padres deberán tener en cuenta que el coste de la vida sube, de modo que cada año deberán subir también la paga. Pero aprovechen cada oportunidad para explicar a los hijos por qué se hace cada cosa. Explique a su hijo por qué se le está pagando, cuánto recibirá y qué responsabilidad tendrá con respecto al dinero recibido. Si no se corre el riesgo de que lo considere dinero fácil y no lo valore.
Y para acabar, hay que tener en cuenta que no conviene premiar los errores. Es decir, si un hijo ha derrochado o ha gestionado mal y se queda sin dinero para algún gasto habitual, no debe reponerse esa cantidad. El mismo debe entender que no ha podido ser porque ha calculado mal, y que pedir más no es la solución.
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