Cada uno en su justa medida o desmesura, pero vivimos en una sociedad de consumo. Eso es innegable. Algo que no es intrínsecamente malo, ni mucho menos, pero como en todo los excesos pueden provocar problemas y, en este caso, incluso convertirse en una patología social consistente en un consumismo desbocado, que puede traducirse en severos problemas de corte social y económico. Algo de lo que debe intentar protegerse a los niños ya desde su más temprana edad, a través de la educación que reciben en primera instancia en el seno de sus familias.
Y para ello hay algunas pautas y estrategias recomendadas, que la Asociación Mundial de Educadores infantiles (AMEI-WAECE) ha recogido en un estudio sobre consumismo infantil.
Según datos de AMEI, alrededor de una tercera parte de la población adulta en los países desarrollados tiene problemas para controlar el dinero que gasta; y un cinco por ciento llega a ser adicto al consumo. Datos sin duda preocupantes, porque de algún modo se desprenden de un modo de vida que ha arraigado en nuestra cultura, y que en no pocas ocasiones se traduce en el tan absurdo e inquietante “tanto tienes, tanto vales”. Una percepción de la vida que hay que contrarrestar con información educativa desde la infancia. Una responsabilidad que, en primera instancia, es de los padres.
Pautas educativas en el consumo
AMEI recomienda una serie de pautas a seguir en la formación de los más jóvenes en el seno familiar.
- No permitir que nadie, y menos los medios de comunicación, les diga lo que es mejor para sus hijos.
- No comparar a sus hijos con los demás niños. Cada ser humano es único y tiene unas capacidades y necesidades diferentes a las del resto.
- No entrar en una competición consumista a ver quién es el niño que tiene más cosas.
- Cuidado con las expectativas exageradas. No utilicen a sus hijos para cumplir sus deseos de prestigio o reconocimiento.
- Nunca satisfarán los deseos de compañía, cariño y dedicación de sus hijos con bienes materiales. Necesitan mucha más que eso, aunque lo pidan con ahínco.
- No confundir el amor de padres con satisfacer los deseos materiales de sus hijos. En muchas ocasiones, una demostración de amor puede ser decir “no”.
- Es importante satisfacer las necesidades de exploración y conocimiento del entorno sin recurrir al consumo. Es conveniente ofrecerles oportunidades para realizar juegos activos y creativos que desafíen el desarrollo de sus capacidades, y no siempre ceder y comprarles cosas que a menudo desean más que necesitan.
Es bueno, e incluso aconsejable, implicar a los hijos en la elaboración del presupuesto familiar, haciendo previsión de los ingresos y los gastos de acuerdo a las necesidades reales de la familia y evitando gastos superfluos. De este modo, se consigue educarlos como consumidores críticos, racionales y, a menudo, solidarios con el medio ambiente.
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