En un mundo en el que millones de personas mueren de hambre, el desperdicio de alimentos es una práctica de dudosa moralidad y nula solidaridad, que se produce a diario casi en la totalidad del llamado primer mundo, o sociedad civilizada. Y a ello se suman los perjuicios medioambientales del derroche de recursos naturales. Por ello desde la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) hacen toda una serie de sencillas recomendaciones para intentar paliar esta grave problemática.
Se trata de unas sencillas medidas que todos podemos adoptar y pueden suponer el restablecimiento de un cierto equilibrio entre el consumo y la necesidad, los recursos naturales y su explotación.
El primero consiste en adoptar dietas más saludables y sostenibles. El segundo parece lógico, pero se practica poco, y consiste en comprar solo lo que necesitamos. Algo que podemos conseguir planificando nuestras comidas y elaborando una lista de la compra.
El tercer consejo puede sorprender a más de uno: elegir frutas y hortalizas feas. Y es que no hay porqué desechar una pieza por tener un golpe o un tamaño inusual o forma rara. No juzgue los alimentos por su aspecto. Es la calidad y no la estética el criterio que debemos aplicar.
El almacenaje también importa y debe hacerse con sensatez. Pase los productos más antiguos a la parte delantera del armario o el frigorífico y coloque los nuevos en la parte trasera, por ejemplo. De este modo se evitarán caducidades. Y para ello es importante comprender las etiquetas. Por ejemplo, no es lo mismo la fecha de “consumo preferente” y “caducidad”. Se tira mucha comida en buenas condiciones.
Porciones razonables. Comer por los ojos no es comer. Aunque tengamos mucha hambre, empecemos con porciones pequeñas. Siempre podremos repetir. Pero si ya está en el plato irá a la basura. En los restaurantes pida el sobrante para llevar, y si es en casa, valore las sobras. Si no se come todo lo que prepara, congélelo para más adelante o utilice las sobras como ingrediente de otra comida.
No todo es reaprovechar los restos de alimento en la cocina. Hay otras formas. En lugar de tirar a la basura desechos de comida, haga compost con ellos. De esta forma devolverá nutrientes al suelo y reducirá su propia huella de carbono.
Desde la FAO quieren también fomentar las buenas prácticas y la solidaridad social que, de algún modo, nos conecta con los alimentos y con quienes los producen. Por eso piden el apoyo a los productores de alimentos locales comprando productos de cercanía. Algo que también contribuye a la lucha contra la contaminación reduciendo las distancias que recorren los camiones y otros vehículos en el reparto.
Además, es también muy positivo para la sostenibilidad de los recursos naturales, respetar las poblaciones animales amenazadas, mantener libres de contaminación los mares, ríos y suelos del planeta, y usar solo el agua necesaria, pues cada vez es un bien más escaso a causa del cambio climático.
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