Las tecnologías nos facilitan la vida, qué duda cabe, pero también nos la pueden complicar si caemos en manos de los desaprensivos ciberdelincuentes, que se van reinventando día a día para generar las más diversas herramientas para delinquir online. Y el smishing es una de esas modalidades de fraude cibernético.
Se trata de un intento de engaño a través del envío de mensajes de texto fraudulentos a nuestros teléfonos móviles. Con el smishing, los delincuentes consiguen suplantar la identidad de nuestro banco o de empresas de confianza (administraciones, proveedores de servicios, comercios, etc.) para engañarnos a través del envío de un SMS.
Como otras tentativas igualmente ilegales, tales como el vishing o el phishing, el objetivo del smishing es obtener información personal y datos bancarios para hacerse con nuestro dinero o bien para usar esos datos en la comisión de otros delitos o estafas.
Son fraudes consistentes en la suplantación de identidad de todo tipo de entidades y empresas. Y para conseguirlo, en la mayoría de los SMS enviados como gancho, los estafadores incorporan un enlace que nos remite a una web falsa en la que nos piden ingresar nuestros datos. Y aún hay otra versión, consistente en dirigirnos a un enlace que nos lleva a instalarnos un archivo malicioso que “roba” los datos de nuestro teléfono.
La tecnología que utilizan los ladrones digitales es muy sofisticada. A menudo, los mensajes que nos envían aparecen en la misma sección donde hemos recibido otros SMS reales de la entidad bancaria; e incluso reemplazan el teléfono móvil desde el cual envían esos mensajes para engañar al receptor y que acceda a realizar la operativa solicitada.
Hay que recordar que, ante la duda, no abramos ningún sms ni whatsapp. Y si somos víctimas de un fraude como los mencionados, podemos llamar al 017, el teléfono de ayuda al usuario en materia de ciberseguridad.
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