La educación financiera es básica para saber manejarse económicamente a lo largo de toda nuestra vida, y conviene que la formación se inicie cuanto antes. Ya desde niños hay que adquirir los conceptos básicos, que solemos recibir de nuestros padres. Pero la verdadera relación con el dinero llega con la adolescencia, que es cuando se adquiere algo más de independencia y el dinero ofrece cierta autonomía en las relaciones sociales. Por ello es muy importante haber inculcado ciertos valores y conocimientos económicos en los jóvenes al llegar a esa edad.
No dista mucho el escenario infantil del juvenil en cuanto a los criterios a tener en cuenta, pero sí las relaciones sociales, y eso marca la diferencia. A niños y jóvenes hay que inculcarles los mismos conceptos de gestión de su dinero: el presupuesto personal, la planificación de objetivos y el ahorro regular y sistemático. Todos ellos son aplicables para los adolescentes y también para los más pequeños. La diferencia es que los primeros tendrán más dinero y más oportunidades e independencia para gastarlo.
No solo pagarse caprichos
Así, conviene que los jóvenes asuman poco a poco la responsabilidad sobre más gastos, no sólo los discrecionales. Si se acostumbran a gastar todo en sus propios caprichos se llevarán un disgusto el día de mañana cuando intenten independizarse. El teléfono móvil, ropa, libros, abonos de transporte, gasolina y alguna clase particular son ejemplos de gastos necesarios a los que podrían contribuir con sus medios.
Otro concepto a inculcar en los jóvenes es el de la rentabilidad. Es bueno animarles a intentar buscar un mayor rédito para una parte de sus ahorros a través de la inversión. Puede empezarse con una cuenta de alta remuneración o un depósito bancario.
Una enseñanza muy valiosa es que sepan que por tener toda la vida por delante, cuenta con la enorme oportunidad de acumular un importante fondo para cuando sea mayor. O lo que es lo mismo, introducir a sus hijos en el mundo de la inversión responsable.
Una buena idea es animar al adolescente, que está iniciando su relación con la economía, a poner por escrito sus objetivos financieros para que sean específicos y cuantificados. Puede empezar a fijarse objetivos a largo plazo, como por ejemplo comprar un coche o estudiar en el extranjero. Anímele a reflexionar sobre ello y asegúrese de que sean cosas realmente importantes para él o ella y acordes con sus valores y proyectos de futuro, no solo con el ocio.
La diferencia entre ahorro e inversión también es interesante como concepto inicial. Deben saber distinguir entre objetivos a corto y largo plazo según sus pretensiones.
Con la edad irán descubriendo que la economía es algo más compleja y que marca el día a día de todas las personas, pero con la información adecuada tendrán las herramientas para afrontar la cotidianeidad financiera y hacerle frente en condiciones.
Leave a Reply