Hay momentos que se viven a cámara lenta, y uno de ellos es ese preciso instante en el que ves la “salsa de tomate/helado de chocolate/café/mostaza/cualquier otra cosa que manche” caer irremediablemente encima de tu ropa, especialmente cuando se trata de una camisa nueva, un vestido delicado, abrigos… Esa sensación de horror ante lo inevitable, y de sensación mezcla de “esto no me puede estar pasando justo ahora” y de “esto no tiene arreglo”, suele ir seguida de una visita a la tintorería, negocio este que, además de ser de gran ayuda en prendas que no podemos limpiar en casa, por requerir limpieza en seco (por ejemplo), o por su gran tamaño (edredones, mantas, etc…), ha salvado en más de una ocasión alguna prenda de acabar en la basura.
Pero como en todos los servicios con gran afluencia de público y consumidores, especialmente cuando alguna de las prendas que se llevan son de un gran valor (sentimental o económico), existen varios aspectos a tener en cuenta como consumidores respecto a nuestros derechos, y a las mejores prácticas para ejercerlos y dejar nuestra ropa, con seguridad, en manos expertas.
Tal vez el principal temor de un cliente en la tintorería es que la prenda se estropee, ante la posible complicación de probar que, efectivamente, se ha estropeado en el proceso de limpieza y no venía así “de casa”. No en vano, las reclamaciones por prendas estropeadas son más comunes en las tintorerías que otras motivadas por precios o manchas que, finalmente, no se han podido quitar. Aunque para todos estos aspectos existen normas propias en la mayoría de comunidades autónomas, hoy nos ocupamos de los consejos más generales independientemente de dónde te encuentres.
Lo primero, los datos.
Parece obvio que al dejar una prenda que tardará unos días en estar lista, es preciso contar con algún medio que nos identifique (a nosotros y a la prenda o prendas) para pasar a recogerlos sin problemas. Pero esta identificación es conveniente que sea lo más completa posible, intentando evitar la opción común de un resguardo con un simple número, que no indica ni el tipo de prenda, ni nuestro nombre…
Los datos que deberían constar en el resguardo, son: Nombre y apellidos (o denominación social), teléfono de contacto (o mail) de la tienda y el cliente; identificación de las prendas, así como de las manchas (si se conocen) y de los procesos de limpieza que se realizaran; plazo para recogida y consecuencias de no pasar a recogerlo a tiempo; precio del servicio por prenda o lote, y precio total, con impuestos desglosados (el IVA identificado y aparte).
Además, es importante que conste si se realiza pago por anticipado, si es por la totalidad o no, y los plazos de pago si es que los hay.
Recogida y plazos
Cada vez es más habitual que la tintorería ofrezca servicios de recogida y entrega a domicilio. En estos casos, deberá incluirse en el documento de entrega el precio de este servicio, sus condiciones y horario.
Si la recogida es en tienda, deberá aparecer el plazo en que podremos pasar a por las prendas, así como el tiempo máximo en que las mantendrán en caso de que no vayamos a por ellas en los siguientes tres meses (el mínimo para las tiendas), tales como recargos por no recogida, a cargar directamente en nuestro número de cuenta si disponen de este dato, su retirada o destrucción etc…
Desperfectos
Es preciso revisar cuidadosamente la prenda en el momento de la recogida, y en caso de observar cualquier defecto (que no existiera antes), hacerlo constar en el documento o resguardo (por ejemplo en el recibo que debemos entregar para ello) solicitando copia para posteriores reclamaciones.
Para que la tintorería pueda alegar que la prenda corría riesgo de daños por el proceso de limpieza elegido, o que la mancha era difícil de solucionar, tendrá que haberlo hecho constar en el documento inicial, no siendo suficiente que nos lo indique “a posteriori” para no hacerse responsable de desperfectos o malos resultados.
Valoración de las prendas
Es conveniente, especialmente en caso de prendas muy delicadas o de gran valor, acordar con la tintorería el precio de la prenda antes de dejársela. En caso de daños en las prendas, habrá que valorarlas y, aunque existen normas para valorar las prendas en caso de que no se conozca su precio exacto de antemano (precio de mercado, precio de la factura de compra) tener un precio fijado ayuda.
Hay que tener en cuenta que, dependiendo de la comunidad autónoma, el precio de la factura puede tomarse como base pero disminuido en base al tiempo transcurrido desde su compra, por el lógico desgaste de la prenda (entre un 20% y un 75% hasta los 3 años y medio desde la compra), por lo que siempre es mejor que el precio esté pactado.
Reclamaciones
Como en el resto de establecimientos abiertos al público, existen las obligaciones de tener a disposición del público hojas de reclamaciones, derecho de admisión, los precios de venta al público y comparten, también, los mismos procedimientos y necesidades de prueba (ticket, resguardo, factura, reclamación…) en caso de reclamación.
Teniendo en cuenta todo lo comentado, y que antes o después todos nos manchamos (o nos manchan) mejor tener claras y las recomendaciones anteriores, aunque sea para demostrar que en esto sí hemos tenido cuidado (¡¡al menos más que mientras tomábamos ese helado de chocolate!!).
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