Cambio de huso horario en pos de la conciliación del trabajo y la familia

La hora en España no tiene lógica geográfica. Compartimos el horario con ciudades de las que distamos miles de kilómetros, y eso afecta tanto a cuestiones cotidianas como laborales. Un desfase heredado de una decisión del gobierno franquista que dura ya más de setenta años, y que ahora quiere rectificar el Ministerio de Empleo y Seguridad Social para propiciar una mayor conciliación de la vida familiar y las obligaciones laborales.

El cambio de huso horario que propone la ministra Fátima Báñez supondría adaptarnos mejor al que nos toca por ubicación geográfica, y que se corresponde con el meridiano de Greenwich, que equipararía nuestra hora a la de Portugal, Reino Unido o las mismas Islas Canarias. Con ello se pretende reestructurar los horarios laborales, de modo que se empiece a trabajar antes para acabar también a una hora más racional. El famoso fin de la jornada laboral a las 18 horas del que tanto se ha hablado últimamente, y que beneficiaría la mencionada conciliación.

Lógicamente son muchos los factores a tener en cuenta, pues la medida afectaría a todo el tejido empresarial del país, que se vería obligado a cambiar horarios y hábitos laborales. Abrir antes para cerrar antes también. Los horarios de todo el sector de la restauración deberían cambiar también. Y así la práctica totalidad de actividades profesionales.

Pero el esfuerzo redundaría en beneficios sociales y personales, según los expertos, en cuyos estudios destacan por ejemplo que en España no se descansa bien. Se madruga, pero nos acostamos muy tarde. Entre otras cosas porque se cena muy tarde. Algo lógico si consideramos que también se come tardísimo.

Y este es otro de los puntos que quiere rectificarse y equipararlo al resto de países. En España se dedican un par de horas a la comida, cuando cuarenta minutos son más que suficientes. Si se come antes y más frugal, se puede rendir más por la tarde y además acabar antes, con lo cual podemos volver más pronto a casa y cenar antes también.

Hace setenta años, antes del cambio horario impuesto por la dictadura, en España se comía a las 13 horas y se cenaba a las 20 horas. Un horario más acorde al resto de países de nuestra latitud, y la idea es recuperar esa dinámica.

Algo perfectamente factible si miramos hacia el norte, ya que Bélgica, Holanda y Francia, por ejemplo, tienen nuestra misma hora pero comen, cenan y se acuestan antes.

La imposición de Franco

El 16 de marzo de 1940, poco después de finalizada la guerra civil española, el gobierno franquista decidió que a las once de la noche sería las doce en toda la península. Allí empezó esa cantinela tan conocida de “una hora menos en Canarias”. Pero la cuestión es, ¿por qué lo hizo?

En la orden que impuso el cambio de hora se manifestaba la conveniencia de que el horario nacional marchase de acuerdo con los de otros países europeos. Concretamente, Alemania, la Francia ocupada y la Inglaterra anhelada. Por ello no es descabellado lo que señalan algunas teorías, que aseguran que se trató de un gesto político hacia Hitler.

En principio, el gobierno de facto aseguró que más adelante se restablecería el huso horario de Greenwich, pero eso nunca ocurrió y han pasado ya 76 años, con situaciones tan paradójicas como que Vigo tenga la misma hora que Varsovia (Polonia), que está a 3.200 kilómetros de distancia, pero una hora más que Oporto, a solo 150 kilómetros..

Toda la península tiene la hora de Europa Central en lugar de la Occidental, lo que implica una hora de adelanto con respecto al sol en invierno y dos en verano, como promedio. De hecho, en las zonas más occidentales del país, en verano el sol se pone a las 22 horas y en invierno no sale hasta las 9. Algo que laboralmente supone ir a trabajar de noche y salir de la oficina con un sol deslumbrante.

 

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