Navidad asoma en el horizonte comercial y el sector del juguete gana protagonismo día a día. Son los productos estrella de las fiestas, los regalos más habituales, y por definición un juguete es un artículo destinado para ser utilizado con fines de recreo por niños de edad inferior a los 14 años. Razón más que suficiente para que la seguridad sea una prioridad y esté controlada por una directiva de la Unión Europea, que establece los requisitos que debe cumplir cualquier juguete que se comercialice en su territorio. De modo que veamos cuáles son esas exigencias de seguridad.
Hay una serie de aspectos especialmente controlados para garantizar la seguridad de los artículos. El primero se refiere a las propiedades físicas y mecánicas de los juguetes, de modo que se reduzcan las posibilidades de lesiones como cortes, el riesgo de asfixia, el estrangulamiento o el ahogo.
El control de la inflamabilidad también es básico para evitar riesgos de quemaduras, explosiones o incendios; del mismo modo que las propiedades químicas de los juguetes. En este apartado se incluyen límites en 19 elementos migrables, sustancias nitrosaminas y nitrosables, una prohibición general de sustancias CMR (carcinógenas, mutágenas o tóxicas para la reproducción) y fragancias alergénicas.
Muchos productos son eléctricos, y este es también un aspecto muy controlado. Tanto para reducir riesgos de choque eléctrico, que podría incluir la electrocución, como los peligros de incendio a causa de funcionamientos defectuosos. Igualmente se protege la salud de la posible radiación de un artículo que emita radioactividad.
Y por último cuestiones de higiene. Es decir la comercialización de los juguetes en óptimas condiciones de limpieza para evitar infecciones, enfermedades o contaminación de cualquier tipo.
Así, es obligatorio que todos los juguetes importados, vendidos o comercializados en la UE cumplan con los requisitos de la Directiva 2009/48/CE sobre la seguridad de los juguetes, lo cual debe especificarse con el marcado CE en todos los productos.
Pero más allá de las normativas de seguridad, el sentido común de los consumidores es también un aspecto fundamental, y una de las principales pautas es comprar siempre juguetes apropiados a la edad de nuestros hijos.
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