Reduflación: menos producto, mismo precio

Un fenómeno derivado de la inflación y el alza consecuente de los precios, aunque se trata de una práctica de ética comercial dudosa, es la reduflación. Una estrategia comercial de las empresas consistente en reducir la cantidad de producto manteniendo el precio. Una iniciativa legal, pero que de algún modo es deshonesta con el consumidor, ya que no suele advertirse explícitamente. De modo que, tal y como irónicamente lo describe alguna asociación por los derechos del cliente, en los envases hay más aire y menos patatas, pero seguimos pagando las patatas que no están. Algo de lo que estos días se ha hablado en los medios, pues es una de las acciones que ha llevado a cabo con sus productos, además de incrementos directos de precio,  una multinacional de la alimentación, PepsiCo, provocando así la reacción de una conocida marca de supermercados, Carrefour, que ha vetado dichos productos.

Este fenómeno, bautizado con un término que mezcla reducción e inflación, relaciona directamente los conceptos de cantidad y precio, y se utiliza por las empresas para ajustar los márgenes de beneficio a costa del consumidor cuando la inflación desequilibra sus cálculos empresariales.  Pero se mire como se mire, se trata de una subida de precios encubierta, y por lo tanto es un engaño, dado que en la mayoría de los casos los compradores no controlan el peso de los productos envasados que adquieren, sino el precio, y acaban comprando menos cantidad por el mismo dinero. Es decir, les ha costado lo mismo, pero no saben que han comprado menos.

Productos encarecidos y retirados

Ante esta circunstancia, y asegurando que la iniciativa de la compañía americana suponía un incremento de precio inaceptable, la compañía francesa de supermercados ha decidido dejar de vender las marcas de bebida y de comida de la mencionada empresa. Concretamente, Carrefour retirará ocho tipos de bebidas:  Pepsi, 7Up, Té Lipton, Kas, Gatorade, Aquafina, Rockstar y Aquarade; y diez de comida: Lay’s,  Patatas fritas de Churrería Santa Ana, Bocabits, Conos de maíz, Doritos, Cheetos, Ruffles, Sunbites, Frutos secos Matutano, Chipicao, Cereales Quaker Cruesli, y Alvalle: gazpachos, salmorejos y ajoblanco.

Como ya hemos comentado, la reduflación es una estrategia del todo legal, aunque pueda considerarse poco ética por parte de los consumidores y sus representantes, y las marcas que la ponen en práctica la justifican en la equiparación de los procesos de producción, el encarecimiento en los precios de importación de las materias primas y en los costes del transporte o de la mano de obra. Unos motivos que, evidentemente, en el actual panorama del mercado internacional pueden parecer justificados.

Según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), algunos fabricantes, sobretodo de dulces y snacks, están reduciendo el contenido de sus envases entre un 5% y un 10%. Algo casi inapreciable a primera vista pero que, si se observa en detalle, evidencia que se está comprando menos cantidad por el mismo precio. De esta forma, las compañías abaratan en costes y siguen manteniendo sus beneficios.

La reduflación es un término/estrategia que nació en el mundo anglosajón (shrinkflation)  a raíz de la crisis económica de 2008, y que se ha intensificado durante el último año a causa de la fuerte subida de precios tras la vuelta a la normalidad por la pandemia.

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