Las llamadas plataformas de financiación participativa, popularmente más conocidas por el término anglosajón crowdfunding, son ya una vía habitual para conseguir recursos destinados a invertir en proyectos, que de otro modo no podrían cubrir sus necesidades económicas, y que de esta manera se financian con pequeñas cantidades aportadas por particulares. Una fórmula de financiación conocida también como micromecenazgo, que ya ha empezado a aplicarse en el sector inmobiliario español.
De este modo, estas plataformas online de crowdfunding inmobiliario permiten a sus usuarios adquirir, alquilar o rehabilitar inmuebles invirtiendo desde 50 hasta 10.000 euros. Operaciones que se llevan a cabo con la promesa de altas rentabilidades. Del 3% al 18% en función del tiempo de permanencia. Por su parte, el riesgo es siempre bajo, ya que también lo son las inversiones.
Estas nuevas vías de inversión van dirigidas, sobre todo, a ahorradores particulares, no sólo a los inversores profesionales, que eran los únicos que históricamente tenían acceso al sector inmobiliario.
La actividad se dirige fundamentalmente a la compra de viviendas. Así, con un mínimo de 50€ se puede adquirir una participación en una vivienda y recibir los ingresos proporcionales cada mes por el alquiler, más una plusvalía cuando el inmueble se venda.
A través del crowdfunding inmobiliario se pueden también adquirir locales comerciales, cuya rentabilidad vía alquiler puede ser superior a la de una vivienda. Algunas de estas plataformas empiezan a trabajar también con naves industriales. Entre las que más suenan entre las nuevas empresas del sector están Housers, Privalore, The Crowd Estates, InvestReal o Inveslar.
Este sistema de financiación colectiva lleva años funcionando en países como Estados Unidos, Reino Unido o Colombia, y en España está regulado desde abril 2015 por la Ley 5/2015 de financiación empresarial, normativa que en su artículo V regula la actividad de plataformas de financiación participativa.
Uno de los objetivos de estas nuevas plataformas, aún en fase de proyecto, es que el crowdfunding inmobiliario llegue también a tener un fin social, como por ejemplo conseguir financiación para la rehabilitación de inmuebles históricos.
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