La envidia no es una buena compañera ni para el envidioso ni para el envidiado, y en el mundo de las finanzas empresariales y personales provoca un síndrome conocido como el de Solomon o del rebaño, que provocan los primeros y padecen los segundos, y que frustra en muchas ocasiones grandes oportunidades.
Se trata de una reacción habitual que se produce tanto en empresas como en el ámbito de la gestión financiera donde los logros personales no son bien recibidos. Los éxitos ajenos generan rechazo, y son muchos los que prefieren no destacar para no ser excluidos del grupo, con el empobrecimiento de cualquier proyecto, ya sea empresarial o personal, que eso conlleva.
En la sociedad actual son muchos los colectivos que condenan el talento y el éxito personal, y lo penalizan castigando socialmente al triunfador. Menospreciándolo y aislándolo. Una reacción estimulada por la envidia que muy a menudo frena iniciativas individuales interesantes, de modo que se paraliza el progreso por el miedo que genera no encajar con la opinión de la mayoría.
El síndrome de Solomon pone de manifiesto el lado oscuro de nuestra condición humana. Por una parte, revela nuestra falta de autoestima y de confianza en nosotros mismos, creyendo que nuestro valor como personas depende de lo mucho o lo poco que la gente nos valore. Y por otra, constata una verdad incómoda: que seguimos formando parte de una sociedad en la que se tiende a condenar el talento y el éxito ajenos.
Quién fue Solomon
El nombre del síndrome hace referencia a un prestigioso psicólogo de la década de los 50, Solomon Asch, que llevó a cabo un experimento en el que demostró que, frente a una cuestión sencilla, la gran mayoría de las personas prefieren dar una respuesta errónea, a sabiendas de que está mal, solo para sentirse integradas en un grupo concreto. Fue a partir de este ejercicio en un instituto de secundaria de la época, que el terapeuta llegó a su contundente conclusión: “El ser social tiene una falta de autoestima generalizada, y nuestra sociedad tiende a condenar el talento y éxito ajenos”. Y eso es el Síndrome de Solomon.
Este rechazo afecta también, y más a menudo de lo que pudiera parecer, a las finanzas personales, ya que el éxito económico genera envidias y el consecuente rechazo. Es decir, son muchos los casos de gente que no quiere airear su buena situación económica, o que incluso frena el buen ritmo de sus finanzas de forma voluntaria, para no suscitar envidias y ser rechazado en su entorno social.
La única manera para superar este problema es trabajar y mejorar la autoestima. Hay que ser firme en las convicciones personales y no dejarse influir por el qué dirán, siempre interesado y generalmente suscitado desde la mala fe.
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