La segunda entrega de nuestra serie dedicada a la educación financiera de nuestros hijos, pondremos el acento sobre el dinero. Ese concepto que los niños conocen pero no suelen entender, al menos en su justa medida, y que puede salirle caro a los adultos, habida cuenta de la avidez consumista que suele caracterizar a los más jóvenes de la casa.
Es muy importante hablar con los niños del dinero. Explicarles de la forma más básica y clara, pero realista, lo que es y para qué sirve. Pero también cómo se consigue, pues muchos contestarían a esa pregunta diciendo: “pidiéndoselo a mi papá”, “sacándolos de un cajero automático”, etc. Eso es lo que ven, pero no lo entienden, y es importante que lo hagan.
La edad marcará la capacidad de entendimiento de los niños, pero a partir de los 5 ó 6 años son ya capaces de asimilar conceptos financieros básicos, y hay que aprovechar la situación. Por ejemplo, es importante explicarles que mamá y papá tienen que trabajar muchas horas para ganar dinero, que no se lo regalan ni lo pueden coger cuando quieran.
Hay conceptos que ya pueden entender, como que el dinero se acaba, y que cuando se acaba no podemos comprar nada. Luego habrá que hablar de prioridades. Es más importante comprar comida que juguetes antes de que se acabe el dinero.
Educación moral
También es importante la educación moral relacionada con la económica, pues los niños pueden relacionar fácilmente el dinero con la felicidad, o considerar que alguien con dinero es mejor que alguien que no lo tiene, porque tal vez sea más generoso o tenga cosas mejores para compartir.
Para poder tener este tipo de conversaciones con los hijos es importante aprovechar algunos momentos que nos ofrece la cotidianeidad. Al sacar dinero del cajero, por ejemplo, pues a ellos les parecerá muy curioso, casi un juego. Es una magnífica oportunidad. Igual que al entregarles su paga. También al planear unas vacaciones familiares, ya que la ilusión dispara las expectativas. Quizá convenga ponerles freno hablando de realismo económico en función de nuestras posibilidades económicas.
También es muy recomendable fomentar la lectura en general, y aquella enfocada a la educación económica en particular.
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