Son tiempos digitales, y el papel ha perdido protagonismo. El dinero en efectivo va a la baja, y los talonarios de cheques parecen cosa de otros tiempos. Pero no, sigue siendo bastante común el uso del cheque como instrumento de pago en determinadas transacciones. En particular en aquellas en las que el importe a entregar o recibir es elevado, como en el caso de la compraventa de un piso, por ejemplo.
Al utilizar un cheque damos una orden al banco para que pague una determinada cantidad de dinero a otra persona, sin necesidad de tener que recurrir al dinero físico. Algo que permite aglizar las operaciones y garantizar la seguridad de la transacción, ya que el acuerdo no implica el movimiento físico de dinero. No obstante, cabe recordar que un cheque al portador puede cobrarlo cualquier persona, por lo que a todos los efectos es dinero.
Para que un cheque sea válido, deberá contener la palabra “cheque”, la cantidad que se desea pagar, el nombre de la entidad donde está el dinero y la firma de quién lo emite. Si se quiere garantizar el cobro del cheque por una persona concreta, debe ponerse su nombre en el cheque. Eso lo convierte en un documento (cheque) nominal. De no ser, como antes comentábamos, lo disfrutará quien lo tenga en su poder.
Plazos de cobro
Si se quiere cobrar un cheque se dispone de 15 días para presentarlo si ha sido emitido en España, 20 si ha sido emitido en Europa y 60 en el resto del mundo. Siempre y cuando no haya sido revocado por el emisor en el ínterin.
En caso de no existir fondos suficientes en la cuenta para cubrir la totalidad del importe, la entidad pagará parcialmente la cantidad que figura en el cheque.
En caso de extravío de un cheque, hay que denunciarlo rápidamente a la policía, y estos lo comunicarán al banco para que no atienda su pago llegado el caso.
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