Cuando en las primeras páginas informativas de la actualidad social sigue discutiéndose sobre temas de igualdad de género surge un nuevo y conflictivo concepto: La tasa rosa. ¿Qué es? ¿Existe en realidad? ¿Por qué se aplica?
La tasa rosa es el sobreprecio que paga el público femenino por la adquisición de productos y servicios que cuestan menos en la versión masculina. Y su existencia es un hecho constatado, e incluso reconocido por las marcas, cuyos responsables de marketing lo argumentan arguyendo el sobrecoste que supone en materia de publicidad y packaging la presentación de los productos femeninos, pues son estos dos factores muy apreciados por la mujer en materia de consumo, siempre según los profesionales del marketing.
Han sido muchas las quejas y denuncias interpuestas por asociaciones de defensa de los derechos del consumidor y también de la mujer, ya que en cualquier caso, y pese a justificarse presuntamente con motivos económicos, la tasa rosa supone un tipo de discriminación evidente hacia la mujer, que viene a sumarse a tantas otras como el de la brecha salarial o la desigualdad de oportunidades laborales. Una realidad que, de momento, no se ha traducido en rectificación alguna a nivel de mercado.
De hecho, y como constatación definitiva de la existencia de dicha tasa aplicada a las mujeres, la Oficina de Consumo de Nueva York realizó un estudio sobre productos de más de 90 marcas y resolvió que “las mujeres americanas pagan, de media, 1.400 dólares anuales más que los hombres en los mismos productos”. Sobre todo en lo referente a sector del cuidado personal. Unos resultados que pueden extrapolarse a otras sociedades como la española, que en materia de consumo se mueve en parámetros similares. De hecho, Facua aseguró en un informe que en España los efectos de la tasa rosa son especialmente significativos.
Productos y servicios
Cierto es que también existen casos de productos más caros en las versiones masculinas. Sería la llamada tasa azul, pero son los menos. Según estudios del comparador español Idealo, en el 62% de los casos analizados la versión femenina era la más cara frente al 27% de las masculinas. Mayoría aplastante del rosa sobre el azul.
Productos como los perfumes y los zapatos de mujer son un 7% más caros que sus homólogos masculinos, cifra que se dispara hasta el 24% en el caso de relojería. Pero atención, porque Facua encontró en los supermercados españoles diferencias de hasta un 171% en detrimento de ellas en el coste de las cuchillas de afeitar/depilar.
Pero no solo a las compras se aplica la tasa femenina, pues también se han detectado idénticas e injustificadas discriminaciones en el sector servicios. Por ejemplo, en peluquería las mujeres pagan de media 40 euros por lavar, cortar y peinar frente a los 20 de los hombres. Precios fijados en función del sexo y no de otras consideraciones, pues una chica con el pelo corto pagará más en un establecimiento femenino que un joven con melena en uno masculino.
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