El uso de las tecnologías en edades tempranas es un hábito tan inevitable como preocupante, que debe someterse a un control y a una reflexión socio-pediátrica, ya que puede marcar tanto los comportamientos sociales como la salud de los menores. Desde la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) apuestan por la prevención, y proponen un Decálogo para el buen uso infantil de las tecnologías de la información y comunicación.
El primer punto de este decálogo habla en positivo de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC), ya que pueden repercutir positivamente en el aprendizaje de los niños y adolescentes, y les permiten adquirir habilidades tecnológicas que necesitarán en su futuro. Pero en el segundo advierten de que: un mal uso puede generar problemas físicos (dolor de espalda, fatiga ocular, problemas del sueño, sedentarismo…), académicos (menor concentración o rendimiento…), psíquicos (adicción, estrés…) y sociales (aislamiento, pérdida de interés…).
Para combatir dichas posibilidades, en el tercer punto se recomienda que los padres se formen y se informen para educar a sus hijos en un uso responsable. Deben ser un modelo para ellos. Deben establecer normas y poner límites. Como por ejemlo no dejar usar videoconsolas, tabletas, ordenadores o teléfonos inteligentes (smartphones) antes de los dos años. Durante las comidas o por la noche antes de ir a dormir deben guardarse todos los aparatos electrónicos y respetar el espacio de comunicación familiar o el descanso.
El cuarto punto alerta a los padres para que eviten el acceso de los menores a los contenidos de riesgo: bulimia, anorexia, pornografía, violencia, pedofilia, consumo de drogas, ludopatía, vídeos de moda con prácticas de riesgo…). Establezca programas de control parental. Tenga en cuenta la orientación por edades y temáticas de los videojuegos y programas de entretenimiento.
También es importante, y así lo señala el quinto punto del decálogo, proteger todos los dispositivos con conexión a la Red con antivirus, bloqueos de pantalla, contraseñas y códigos fuertes. Los padres deben actualizar los sistemas operativos y sus programas.
Los padres deben responsabilizarse también de los valores de sus hijos y enseñarles la importancia de la privacidad. Tanto la propia como la ajena. Así, deben controlar los contenidos que éstos suben en Internet. Ese sería el sexto punto, y el séptimo se ciñe al respeto por los demás, que también debemos inculcar en nuestros hijos. Es la manera de evitar que participen en el ciberacoso o ciberbullying a través de las redes. Así mismo, hay que disuadirlos de llevar a cabo sexting, que consiste en el envío de material erótico o pornográfico a través de una red social. Las repercusiones de dicha actividad pueden ser emocionales o sociales para quienes la sufren, y legales para quien la realiza.
El octavo punto recomienda que el menor no debe contactar ni seguir en las redes sociales a quien no conoce en la vida real. Y mucho menos acudir a una cita. El grooming es cuando un adulto se hace pasar por un menor para chantajearle y abusar sexualmente de él; y esa es uno de los delitos que evitaremos si no contactamos con desconocidos.
Es habitual que los problemas relacionados con las TIC se detecten tarde. Por eso el noveno punto recomienda tener una buena comunicación con su hijo. Presten atención a posibles cambios físicos, emocionales o del comportamiento.
Y finalmente, el décimo punto, es una recomendación directa para los progenitores. Ante un caso de sospecha o certeza de ciberacoso o grooming se debe actuar siempre de forma inmediata. Hay que alejar a menor del acosador y denunciar el hecho. Si la situación es grave pidan ayuda a un profesional (pediatra, sicólogo, psiquiatra o policía experto en delitos tecnológicos).
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