Los euros son de algodón y lino tratados para adquirir la consistencia de papel que todos conocemos, pero sabías que cada vez son más los países que tienen billetes de plástico. Un material que, aunque pudiera parecer lo contrario, en el caso de los billetes es más ecológico, resistente y duradero que el papel. Conozcamos mejor ese dinero hecho de polímero.
Los primeros billetes de plástico fueron emitidos por primera vez en Australia en 1988, y se utilizan en más de 30 países de diferentes continentes. Por ejemplo en Canadá, en Chile, en Bangladesh o en el Reino Unido.
Estos billetes están fabricados con un polímero (un tipo de plástico), que aporta un gran avance en términos de conservación y durabilidad del billete (pueden mojarse y arrugarse, pero recuperan siempre su estado normal), además de incorporar muchas medidas de seguridad que no están disponibles en los tradicionales billetes de papel de algodón.
Respetuosos con el medio-ambiente
La controversia surge a raíz de la guerra que la sociedad actual le tiene declarada al plástico como agente contaminador. En cambio, un estudio encargado por el Banco de Inglaterra, que fue uno de los últimos en sumarse a la producción de billetes de polímero, demostró que el efectivo plástico dura 2,5 veces más que los billetes de papel, lo cual significa que hay que recambiarlos con menor asiduidad y, por lo tanto, se fabrican menos y son más respetuosos con el medioambiente.
Una ventaja que no es mínima, pues los billetes de polímero sólo necesitan durar 1,33 veces más que los de papel para alcanzar un menor potencial de calentamiento global, y duran 2,5 más.
Además, los billetes de polímero también pueden reciclarse, ya que sus residuos pueden transformarse en nuevos artículos de plástico, según el estudio.
Y si esta característica respetuosa con el medioambiente está probada, ¿por qué la Unión Europea no reconvierte el papel moneda de los euros en plástico? Pues la respuesta del Banco Central Europeo fue que “por motivos de seguridad y de costes”. Aunque reconoció que había añadido una «fina capa protectora» para hacer más duraderos los billetes de 5€ y 10€ de la serie Europa.
En el anecdotario queda la reivindicación de algunos grupos veganos y religiosos que se quejaron al Banco de Inglaterra cuando éste cambió al dinero de plástico y se descubrió que en los nuevos billetes de polímero había “grasa animal”. Algo que ellos rechazaban y les impedía usar la moneda.
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