Nadie duda de la importancia de los ERTE para superar la crisis del coronavirus. Millones de trabajadores han podido subsistir gracias a ellos cuando se vieron abocados a cerrar sus negocios o a una inactividad forzosa por el parón laboral generalizado durante el Estado de Alarma. Pero esta ayuda tiene un doble filo, dado que en la prestación de los ERTE no se aplica la retención del IRPF, y ello puede conllevar una desagradable sorpresa a sus beneficiarios en la próxima declaración de la renta.
Las empresas aplican en las nóminas de sus empleados la retención del IRPF correspondiente a cada tramo salarial, pero el SEPE no lo hace, por lo que Hacienda lo reclamará en la próxima campaña de renta, y a más de uno le pillará por sorpresa. De hecho, en números gruesos y generalizando, cuatro meses de prestación por ERTE puede suponer al contribuyente más de 1.000€ a pagar.
Otro tema es el que afecta a los trabajadores que no tienen obligación de presentar la declaración de la renta. Aquellos que ingresan menos de 22.000 euros brutos. Pero es así solo en el caso de haber recibido esa cantidad de un solo pagador. Algo que no ocurrirá de haber cobrado de un ERTE, pues el SEPE cuenta como segundo pagador, por lo que tendrán la obligación de presentar la renta todos los que hayan cobrado más de 14.000€. Y una vez presentada, verán sus obligaciones contributivas aumentadas en los 1.000€ antes reseñados.
Subir el IRPF en la empresa
Esta condición de segundo pagador del SEPE es la que intentan cambiar los sindicatos excepcionalmente, para que no afecte tan negativamente a los trabajadores con rentas más bajas.
Como solución, lo que se recomienda es que el trabajador, cuando se reincorpore a su puesto de trabajo tras el ERTE, le solicite a su empresa que le retenga un mayor porcentaje de IRPF para neutralizar lo que no ha aplicado el SEPE, y no tener que enfrentarse el año que viene a una importante devolución que puede desequilibrar su ya de por sí precaria economía.
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