La crisis cambia los hábitos: marcas blancas en el súper y plato único en casa

La inflación por los aires, la energía disparada y los sueldos que apenas llegan a final de mes. Es lógico que los ciudadanos deban buscarse la vida, y ello pasa por necesarios cambios de hábitos que abaraten nuestra cotidianeidad. Y así las cosas, las marcas blancas se han convertido en los productos más solicitados en los comercios, y en casa se impone el plato único, descartando el clásico ágape de primer plato, segundo y postre.

El consumo de Marcas de Distribución (MDD), popularmente conocidas como marcas blancas, experimentó un crecimiento muy importante durante la crisis económica de 2007-2014, y desde entonces ya no han abandonado las preferencias de los ciudadanos, que lógicamente se acrecientan cuando económicamente vienen mal dadas.

Preferencia europea

La preeminencias de estos productos de marca blanca es más destacada en Europa que en el resto de continentes, según un estudio de EAE Bussines School, que asegura que la implantación europea es del 31’4% de cuota de mercado, mientras que a nivel global es tan solo del 16’7%.

En cuanto al ahorro que supone comprar marcas blancas, en España el diferencial es un promedio del 26’6% más barato que las marcas de los fabricantes líderes de los productos. Un porcentaje muy inferior a los de Alemania o Francia donde existe una mayor agresividad en precios por parte de las marcas de distribución (MDD), cuyos precios son, respectivamente, el 60.2% y el 58.8% más baratos que las marcas de fabricante líder.

Y cuáles son los factores que hacen de las marcas blancas un producto tan atractivo para el consumidor. Pues lógicamente, la relación calidad-precio, la gran apuesta de las grandes superficies por la distribución y promoción de las MDD, y la ampliación de la oferta disponible.

Y tan eficaces han sido estas campañas, que según el estudio referido, el 100% de los hogares españoles compran MDD un promedio de 89 veces al año y el presupuesto de compra anual destinado a ello es de 797 euros.

Esta difícil situación económica ha empujado a muchos ciudadanos a cambiar de hábitos, y optar por opciones más baratas que las que venían desarrollando. Así, en los últimos meses parece haber ganado terreno el plato único en los domicilios, de modo que nos ahorramos los entrantes y el postre, que a menudo era donde nos permitíamos algún capricho dulce.

Además, cada vez se controla más el tema de las sobras, pues el desperdicio de alimentos es un derroche económico que no podemos permitirnos. Además del agravante medioambiental, ya que en España se desperdician toneladas de alimentos al año en sobras que podrían aprovecharse. Tanto en los hogares como en los restaurantes.

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