Hemos leído y oído en los últimos meses que el teletrabajo, recurso laboral obligado para superar el confinamiento en activo, ha llegado para quedarse. Que la cuarentena ha servido como período de prueba, y que podría tratarse de la fórmula perfecta en la búsqueda de la conciliación familiar y laboral. Y aunque eso aún está por ver, lo cierto es que no solo hay que computar los datos positivos, y cabe también tener en cuenta las evidencias negativas arrojadas por la experiencia tres meses después de su masiva implantación. Y es que, según un estudio hecho público por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), los niveles de estrés de los teletrabajadores es en un alto porcentaje mayor que en aquellos que desarrollan su labor en la oficina.
El objetivo de la investigación era conocer el impacto del trabajo a distancia en la salud de los trabajadores, y se ha demostrado que, si bien consigue mantener la rutina doméstica a base de flexibilizar los horarios, un 41% más de los empleados muestra niveles altos de estrés.
Síndrome burnout
Esta tendencia a padecer el síndrome de burnout laboral se debe a que, pese a la flexibilización de horarios, y al ahorro evidente de tiempo que significa evitar los desplazamientos, lo cual revierte en muchos casos en una mayor producción de los teletrabajadores, lo cierto es que las jornadas laborales domésticas acaban siendo más largas y se ha detectado una preocupante pérdida de la barrera entre la vida personal y profesional, y esas circunstancias son unas innegables generadoras de estrés, y con ellas el inevitable insomnio.
Otra fuente de estrés es el hecho de ser interrumpidos constantemente por las rutinas domésticas – en especial con los hijos-, y el hecho de no tener contacto alguno con compañeros de trabajo, que en muchos casos es una manera de aliviar la tensión laboral con pequeños descansos o contrastando ideas.
Una última conclusión es que las mujeres son, una vez más, las más afectadas por el estrés de teletrabajo, ya que padecen con más frecuencia la simultaneidad de tareas, sumando las profesionales con las del hogar. Un ejemplo más de la desigualdad de género en el terreno laboral.
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