Nuestro titular es una afirmación que pudiera parecer algo catastrofista, y por ello imprudente si se pronuncia a la ligera y sin argumentos en un año tan caluroso. Pero mucho nos tememos que no es el caso, pues ha sido la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el Banco Central Europeo quienes lo han dicho. Y la economía española es una de las que más puede resentirse, dada nuestra aridez climática en los últimos tiempos.
El calor, denominado estrés térmico cuando nos afecta en el ámbito laboral, es un fenómeno ya habitual y persistente por el calentamiento global, y además de suponer un riesgo para la salud de los trabajadores en según que sectores, al llegar a ciertas temperaturas restringe las funciones y las capacidades físicas del trabajador, así como su capacidad y productividad, según el informe Trabajar en un planeta más caliente de la OIT.
En el mismo estudio se apunta que la productividad laboral disminuye cuando la temperatura supera los 24 o 26 °C. Al alcanzar los 33 o 34 °C, con una intensidad de trabajo moderada, los trabajadores pierden hasta el 50% de la misma.
El calor y el rendimiento
Con todo ello, el Banco Central Europeo ha calculado el impacto que el calor puede tener en la economía, ya que el descenso en la productividad lógicamente afecta a las finanzas globales, y España dadas sus actuales circunstancias climáticas puede ser uno de los países más afectados. Según un estudio del BCE, la Unión Europea deberá gastar anualmente un 1,4% de su Producto Interno Bruto (PIB) para paliar el impacto del aumento de las temperaturas.
Y es que las consecuencias económicas no son anecdóticas. Se calcula que el clima extremo le ha costado a nuestro país un 5’4% de su PIB en los últimos 40 años, y va a peor. España supera en casi dos puntos al promedio de la UE, que acumula pérdidas de 3,6% del PIB. Además, otra investigación del BCE alerta de que somos la economía europea más expuesta al shock climático.
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