La cesta de la compra es un reflejo de nuestra cotidianeidad económica. Una actividad común compartida por todos y que pone a prueba a diario nuestras finanzas domésticas. Cuando suben los precios de la compra afecta a nuestras vidas a todos los niveles, y una de las primeras consecuencias de la guerra de Ucrania ha sido ver como se disparaban los precios de los productos básicos en el mercado.
Al salvaje incremento en los precios de la electricidad y de los carburantes que se están registrando en los últimos meses, y que han batido récords históricos, se suman ahora las subidas que provoca la falta de materias primas importadas desde Ucrania, considerada el granero de Europa. Y a partir de ahí se inicia un efecto en cadena que va afectando a la práctica totalidad de los sectores alimenticios. De este modo, y según datos del INE, en 2020, un hogar medio gastaba unos 380 euros al mes en alimentos, mientras que hoy en esa misma cesta de la compra gasta 402 euros.
La inflación ya estaba en niveles más que preocupantes antes de que estallara el conflicto bélico, pues apenas estamos saliendo de un largo periodo de adversidades provocadas por la pandemia de la COVID, pero sin duda la guerra lo ha agravado todo. El caso más evidente, y que hizo saltar las alarmas pocos días después de la invasión rusa, es el del aceite de girasol que, al igual que el resto de aceites vegetales, ha incrementado su precio más de un 40%. Algo que puede agravarse por el temor social al desabastecimiento, que provoca compras compulsivas que afectan a la demanda, y eso hace que aún suba más el precio.
Cereales y derivados
Desde los dos países en guerra llegan a España el 30% del trigo, el maíz, la cebada y la harina que importamos, y que ahora han dejado de llegar. Una circunstancia que han encarecido en un 20% tanto estos productos como todos sus derivados. Por ejemplo, la panadería, la repostería o la misma cerveza.
Y por supuesto, estas carencias también afectan a los piensos con los que se alimenta el ganado en nuestro país, lo cual revertirá a corto plazo en el incremento de precio de la carne, los huevos o la leche.
Otros productos básicos que se han encarecido preocupantemente son, según datos de la OCU, son la fruta fresca (+ 3,8%) y las legumbres (+3,1%).
Todo eso, sumado a la grave crisis energética que vivimos, provocó que en febrero el Índice de Precios al Consumo, el IPC, se disparara hasta el 7,6%, la tasa más alta desde hace casi 36 años (febrero de 1986).
Leave a Reply