Reseña de El síntoma griego, punto de partida hacia la nada

Ni escrito por Varufakis hubiera resultado más controvertido, actual y socioeconómicamente oportuno este libro colectivo que, aunque escrito y editado en 2013, demuestra que no pocos se veían venir el galimatías griego y la crisis de la eurozona.  Por ello nunca más justificada esta reseña de El síntoma griego.

Editado por Errata Naturae, este libro toma Grecia como punto de partida, pues el país heleno  se ha convertido en el decurso de esta dolorosa depresión global, y de forma evidente, en el «laboratorio de pruebas para la más implacable vuelta de tuerca del proyecto neoliberal: una transferencia sin precedentes de los recursos de los pobres a los ricos y del sector público al privado, amparado en el ineludible rescate de la banca y la crisis de deuda”, según se promociona la edición dando voz a los autores de sus críticos contenidos. Pero las arremetidas que sufre hoy Grecia (privatizaciones masivas, eliminación progresiva de todo criterio de bienestar social, uso expiatorio de la población inmigrante, radicalización de la precariedad y la desigualdad) son una amenaza para toda esa Europa que los ha forzado a permanecer en su seno, a pesar del No masivo del referéndum interno del pueblo griego. Un caso sin precedentes que avoca a Grecia a un futuro incierto y a Europa a lidiar con un hermano pobre que va a pesar muchísimo en las arcas globales.

Pero El síntoma griego toma Grecia tan sólo como punto de partida, para pensar así en el futuro de Europa, y cuenta con reflexiones, absolutamente recientes, de algunos influyentes pensadores del continente: pensamiento en presente, crítico y radical. Filósofos, sociólogos, economistas, urbanistas, expertos en teoría política y jurídica examinan temas como el tránsito generalizado de la democracia a la posdemocracia, el nuevo capitalismo de Estado, la dislocación del concepto de soberanía, la extensión generalizada de la guerra monetaria , las supuestas enfermedades de la banca y el deterioro infinitamente más profundo que aqueja al sistema; la impotencia de los políticos y la necesidad de transformar nuestra propia sensación de impotencia para poder volver a creer en el futuro del bienestar social.