Las compras con un clic: ¿cómodas o demasiado fáciles?

B. entra en su portal de compras favorito. Es un sitio agradable, que visita a menudo. Las búsquedas le resultan rápidas y sencillas, y con el tiempo los resultados se han ido acomodando como un guante a sus gustos. Tiene configurada una completa lista de deseos y grabadas tanto su dirección como la tarjeta de crédito. Puede comprar con tan sólo hacer un clic, desde el ordenador, la tableta o el smartphone. Hacerlo nunca fue tan fácil. Además, al ser cliente premium, los envíos le resultan gratis.

Compras online

De hecho, la pantalla le está presentando ahora mismo un precioso reloj de pulsera ¡50 euros rebajados sobre el precio original! Disponible en casa en apenas 24 horas. Se lo podría poner para salir en la próxima cena, aunque sigue siendo un poco caro, pero… clic. Ya está en camino.

El sistema le informa que otros clientes que compraron el reloj también adquirieron un cinturón y un broche a juego. Un encaje perfecto, piensa B. Le bastan unos segundos para decidirse. Clic.

B. siente de nuevo ese cosquilleo eufórico del deseo inmediato cumplido y alcanzable. Entretanto y silenciosamente, su tarjeta de crédito acumula cargo tras cargo.

Cetelem

La mayoría de los lectores, especialmente los más jóvenes, habrán vivido de primera mano o de manera cercana una experiencia como la descrita en tiendas online (ya sean de objetos o apps), y la encontrarán perfectamente normal. No obstante, la atracción irresistible del simple clic, sustentada en la abstracción psicológica del dinero, está haciendo que las compras sean hoy más fáciles que nunca, tal vez demasiado fáciles. En medio del frenesí, pocos recuerdan que nada es gratis, una realidad que aflora dolorosamente en los extractos de fin de mes.

Para mantener nuestro presupuesto familiar a salvo de tales tentaciones, el consejo más inmediato, pero no el más sencillo, es el de la sensatez y el autocontrol. No es sencillo porque toda la información que los portales de compra más potentes tienen sobre el cliente y toda la tecnología que usan para explotar dicha información conspiran para quebrar ese autocontrol.

Créanme, en estos casos, lo más seguro es no confiar en uno mismo. Para ello, si somos de dedo fácil, basta con dificultar a voluntad el proceso de compra. Se trata de asegurar el necesario lapso temporal para la reflexión y la valoración adecuada del impulso inicial. Unos sencillos consejos nos pueden ayudar a conseguirlo:

  • No grabar el medio de pago por defecto. Así cada vez que queramos comprar algo, deberemos sacar la tarjeta de la cartera, leer su numeración y escribirla, poner el código de seguridad, verificar importe y datos… Es muy probable que durante el proceso disminuya el arrebato comprador y surja la necesidad de reconsiderar la compra. Hagamos lo mismo con la dirección de envío y el relleno automático de formularios.
  • La recomendación anterior es por supuesto extensible a las tiendas online de apps (Apple, Android o Microsoft), donde el precio reducido de las aplicaciones junto con la grabación de los datos bancarios para su compra recurrente constituyen un cóctel peligroso, especialmente para los adolescentes. En su lugar, uno puede recurrir a tarjetas regalo o prepago con un saldo establecido, que actúan como presupuesto.
  • Finalmente, siempre está el recurso de contar hasta diez. O hasta 100, o hasta 1000. En el mundo digital eso puede conseguirse transfiriendo el producto a una lista de deseos en lugar de comprarlo, dejándolo madurar unos días, lo que nos da la oportunidad de reflexionar y también de comparar precios. Asimismo, debemos revisar mentalmente el importe de la compra que vayamos a realizar, el monto de las compras más recientes y el de los ingresos esperados del mes. Basta con levantarse, alejarse del dispositivo y posponer la decisión unos minutos para valorar su oportunidad. Inspirar. Espirar. Repetir.

En definitiva, démonos tiempo para pensar. No se trata de NO comprar, sino de hacerlo con más sentido y conocimiento de causa. Con método y algo de disciplina, nuestra cuenta corriente nos lo agradecerá.

¿Qué recursos utilizan ustedes para controlar sus impulsos de compra online?

Sebastián Puig Soler
Analista, escritor y conferenciante
Escribe habitualmente en su blog «Esto va de lentejas»
Puedes seguirlo en Twitter en @Lentejitas
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