No alcanza los niveles de excelencia cinematográfica de L.A. Confidential – probablemente Curtis Hanson nunca los vuelva a alcanzar-, pero tal vez Malas noticias (2011) sea el film más comprometido, contundente y didáctico de este realizador, aunque lo haya rodado para la televisiva HBO y, por tanto, se haya estrenado solo en la pequeña pantalla, viendo de este modo disminuido el impacto global que suele garantizar la grande cuando el producto funciona. No obstante, aunque solo sea para comprobar que “los ricos también lloran”, y ver una vez más al gran Paul Giamatti en acción y a un añorado William Hurt en plena forma, se justifican sobradamente estás líneas dedicadas a Malas noticias (Too big to fail).
Lo hizo ya Margin call (J.C. Chandor, 2011) desde la ficción y el mismo año: abordar el inicio de la crisis desde la perspectiva de los poderosos, y en buena parte responsables de la misma. Pero Malas noticias lo hace señalando con el dedo; con nombres, apellidos y los cargos desempeñados en el momento de la debacle. El film se centra en Henry Paulson (W. Hurt), Secretario del Tesoro de Estados Unidos con Bush y miembro del Directorio de Gobernadores del Fondo Monetario Internacional; y también en quienes se relacionaban o trabajaban con y para él. Cómo reaccionaron y actuaron ante el estallido de la depresión económica, cómo afrontaron la caída y de qué modo intentaron justificarla. Un material riguroso, a la vez informativo y pedagógico, extraído de la novela homónima del periodista del The New York Times Andrew Ross Sorkin.
Los conflictos entre el gobierno de Washington y los intereses de Wall Street acaparan buena parte del protagonismo de este drama financiero, que retrata a algunos de los hombres que decidieron el destino de la economía mundial. Tal vez visto a toro pasado resulte más intrigante que indignante, más interesante que aberrante, más sorprendente que preocupante; pero recuerden que la historia es cíclica.
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