Saben aquello de que para triunfar hay que estar en el sitio adecuado en el momento adecuado. Pues todo lo contrario es lo que le ha ocurrido al Mercado Alternativo Bursátil, más conocido como MAB.
La idea de poner en marcha una bolsa en la que pudieran cotizar las pymes a imagen y semejanza de lo que se hacía en Francia (Alternex) y Reino Unido (AIM) era muy buena. Se trataba de buscar una alternativa para que las pymes obtuvieran financiación más barata y, podría decirse, que de forma más profesionalizada. Pero lo que es un éxito en las principales capitales europeas no ha funcionado en España. Coincido con sus promotores en que la iniciativa es excelente, pero también con sus detractores en que no se ha acertado ni en el momento, ni ,tal vez tampoco, en las formas.
El MAB empezó a gestarse allá por 2006, como el lugar en el que las pymes pudieran captar financiación sin tener que pasar por los complicados trámites de una salida a bolsa tradicional. Menos burocracia y menos compromisos de suministrar información para que las pymes no tuvieran que destinar demasiados recursos a esas exigencias.
La puesta en marcha se demoró demasiado. Tanto, que la primera empresa, con actividad real, que salió a cotizar, lo hizo en julio de 2009; casi un año después del hundimiento de Lehman Brothers y con la economía mundial en estado de shock. Era Zinkia, la productora del famoso dibujo infantil Pocoyo. Los bancos habían cortado el crédito y José María Castillejo, su creador, quiso creerse que el MAB podría ser la fuente de financiación que necesitaba.
Pero, el dinero no fluía en la economía mundial, y mucho menos hacía una bolsa recién estrenada de un país de la periferia europea. De las 5.000 empresas que esperaban algunos estudios, no han llegado ni siquiera treinta. A pesar de las complicaciones, Imaginarium también dio el salto en 2009. Entre 2010 y 2012, lo hicieron otras 20. Pero a finales de ese año, 2012, el volumen negociado apenas superó los 51,3 millones de euros. El MAB no convencía a los inversores.
Las críticas arreciaron casi desde el principio. Se acusaba al mercado de las pymes de ser poco líquido. La mayoría de las empresas que cotizan en él, lo hace en la modalidad de fixing, es decir, que sólo dan precios dos veces al día, y eso impide vender con facilidad. Los detractores insistían en que la información que proporcionaban las empresas era demasiado escasa. El tiempo les está dando la razón.
Las historias de éxito que vendían en la presentaciones previas a cotizar no tardaron en languidecer. Empresas como Negocio y Grupo Nostrum, fueron expulsadas de la cotización en 2014, después de haber estado suspendidas, desde marzo de 2012 la primera y febrero de 2013 la segunda. Ninguna cumplía con sus obligaciones de información con el MAB. Zinkia sucumbió a la falta de liquidez y a la mala gestión solicitando concurso de acreedores en junio de 2014. Y una trayectoria similar ha seguido Bodaclick.
Los defensores del MAB intentaban justificar estos problemas, al tiempo que ensalzaban los casos de éxito: Gowex y Carbures. Todo parecía haber dado un vuelco el 2013. En aquel año solo Ebbios salió a cotizar, pero el dinero comenzó a entrar en las cotizadas del MAB. El volumen de negocio se multiplicó un 443%. Y la tendencia siguió al alza durante 2014, con un crecimiento del 194% en el primer cuatrimestre del año, según los datos de la consultora Mabia. En el quinto aniversario del Mercado, su propietario Bolsas y Mercados, lanzó su balance. En ese periodo, las empresas del MAB consiguieron un total de 180 millones de euros, 87 millones en el momento de salir a bolsa y el resto en posteriores ampliaciones de capital.
Esos «aparentes» buenos datos, ya tenían bases débiles cuando se presentaron, el éxito, el volumen de negocio y la actividad del MAB estaba sustentado sólo por dos empresas: Gowex y Carbures. Entre ambas compañías movían la mitad de la capitalización del mercado; la otra veintena tenía una actividad mínima.
Por eso, el informe que presentó la firma estadounidense Gotham City Research el 1 de julio supuso un golpe casi mortal para este mercado. Gotham acusaba a Gowex de ser un timo. Apenas una semana después su fundador, Jenaro García, reconocía que así era. El que se vendía como el mejor caso de éxito del emprendimiento español ha resultado no ser más que una amalgama de datos falsos e historias de contratos inventados que nadie se ocupó de confirmar.
La mitad de la ‘vida’ de MAB saltaba por los aires. Poco después, el otro gran ejemplo de su éxito Carbures salía despavorido y se lanzaba a cotizar en el Mercado Continuo.
El estallido del caso Gowex ha servido para que muchos empiecen a hacer unos deberes que siempre estuvieron pendientes con las empresas del MAB: analizarlas en profundidad. Ver si lo que vendían era real o humo como Gowex. Cuestionar la actividad de las auditoras, que en el caso de Gowex, hasta la llegada de Gotham nadie había puesto en duda. Etc.
Una vez más, quienes criticaban la falta de transparencia de estas empresas vuelven a tener razón. Según publicó El País, el Empire State de Nueva York niega que Facephi sea su proveedor de software de reconocimiento facial como vendía la empresa alicantina. Ebioss se ha tenido que pasar todo el verano explicando la libre interpretación que había hecho en su cuenta de resultados.
Buscar culpables de este desaguisado no es fácil. Reguladores ávidos de que el mercado triunfara que se han pasado de laxos verificando los requisitos. Auditores poco exigentes. leyes cuya redacción es demasiado interpretable…
Pero lo realmente difícil va a ser restaurar la confianza perdida en el MAB, si es que algún día la tuvo.
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