¿Se pueden escribir textos económicos con un lenguaje sencillo sin dejar de ser exactos? ¿Con propiedad sin dejar de ser amenos? En definitiva, ¿existen literatos de la economía? La respuesta es que no abundan, pero existir, existen.
Sin embargo, lo normal es que los escritos de economía sean aburridos, redactados en una jerga incomprensible. Las exposiciones que pueblan diarios, libros, páginas webs y blogs financieros se amparan en el academicismo más rancio. Suelen estar repletos de tecnicismos oscuros, ajenos al más común del lenguaje ciudadano. También adolecen de un exceso de anglicismos y de conceptos reducidos a siglas casi jeroglíficas.
Al aumento de la riqueza de un país se le llama PIB (o igual de incomprensible: producto interior bruto). A la variación del precio que pagamos por productos o servicios que compramos se le llama IPC (índice de precios al consumo). Al miedo de los inversores a prestar dinero a un gobierno se le llama “prima de riesgo”.
Resultado: El lector al que queremos interesar, seducir o convencer se cansa antes de terminar.
Peor aún, no nos comprende y desiste de cumplir el objetivo con el que se tejió la redacción de nuestro informe o presentación. Todo un problema si lo que queremos es presentar a nuestros clientes las bondades de nuestro negocio; a unos posibles inversores, las excelencias de nuestro proyecto empresarial. Y no digamos si lo que hemos redactado es una propuesta de contrato que debe firmar un dubitativo socio o un informe de resultados que deben avalar los accionistas en una junta general.
El arte de la escritura, como todos, necesita práctica, técnica y, además, talento. Si encima nos enfrentamos a un texto económico o financiero, la cosa se complica: es necesaria la claridad y exactitud. Por lo general los españoles suspendemos en educación financiera. No es la economía una asignatura que se haya aprendido en la escuela. Sus conceptos no nos son familiares. Y lo peor es que los expertos, los encargados de explicarlos, se refugian en sus torres de marfil y se niegan a descender al terreno de lo obvio, lo explícito y lo conciso.
Resultado: Se produce una tremenda sensación de orfandad en los ciudadanos, que en definitiva somos los clientes, los contribuyentes y los votantes.
Para escribir un texto económico bueno, que cale en el lector, que le abra la mente a los conceptos es necesario ilustrar, manejar acertadamente las metáforas, las comparaciones… y los demás instrumentos del lenguaje que convierten un escrito en literario. Quienes escriben de economía y finanzas deben esforzarse en dotarles de ritmo, de cadencia y de una estructura consecuente que, como el estribillo de una canción, se cuele en la cabeza del lector. Sin olvidar su fin último: la didáctica.
Existe una auténtica necesidad entre la población de comprender la economía, los vericuetos del océano financiero poblado de barreras de corales por las que navegan tiburones que juegan con nuestros ahorros, nuestro esfuerzo diario, nuestro futuro, en definitiva. Y esto porque la economía es futuro, expectativa, previsión… a partir del análisis del pasado y la situación presente: la coyuntura.
Resultado: Si un libro de economía se escribe con talento se convierte en un “best seller” y alcanza el objetivo de cualquier autor. Es decir, educar y enriquecer.
En medio de la crisis que provocaron las “hipotecas basura”, un pequeño libro escrito por el ya fallecido Stéphane Hessel arrojó luz y conciencia a una ciudadanía que no comprendía por qué el mundo se estaba derrumbando bajo sus pies. “Indignados” fue un éxito editorial precisamente por su claridad, su sencillez, su cercanía, su concisión.
Pero no es el único, Rodolfo Carpintier está haciendo una impagable labor, desde sus cuentas sociales y su blog, para explicar, difundir y mejorar el espíritu empresarial de miles de emprendedores, raras avis, tan necesarios en el entramado social español.
Lo mismo decir de Nuño Rodrigo, que con una pluma veterana a pesar de su juventud, aclara, ilustra como pocos saben hacerlo los claroscuros de la bolsa y la inversión en productos financieros y de ahorro que tantos disgustos han dado en los últimos años a los ahorradores de a pié, precisamente por la falta de cultura financiera.
Y cómo no mencionar a @Lentejitas, Sebastián Puig, cuyo nombre en Twitter ya reúne todo lo que debe representar la economía para el ciudadano en una sola palabra: cercanía, cotidianidad, ahorro, seguridad. ¿Se puede transmitir una idea tan amplia con una sola palabra? Sí, lo demuestra cada mes con sus entregas mi compañero en su blog de Domestica Tu Economía.
Resultado: Cuando la cultura, la educación financiera, llegan al ciudadano a través de textos económicos preclaros, la sociedad se hace más libre.
De este último resultado, viene el sentido y el objetivo de este post. Para ello los buenos textos de economía tienen que beberse sin esfuerzo, paladearse con gusto en la mente del lector. Tienen que dar la sensación de que se han escrito sin sudor, igual que cuando degustamos un buen vino no percibimos el meticuloso trabajo de maduración que lleva la uva previamente.
De la misma forma, la materia prima de un buen caldo financiero, las palabras, tienen que pasar por un selectivo proceso maduración. Deben llevar la impronta del enólogo. Ese toque personal que hace que ese escrito sobre finanzas sea distinto de los demás, alejando toda duda al lector de que se ha utilizado “copia y pega” de jerga improductiva.
Resultado: Escribir bien de economía o finanzas, en correcto español, es posible y se puede aprender.
Quizá una de las personas que más empeño ha puesto en esta tarea y que mejores resultados ha obtenido es la periodista Esclavitud Rodríguez Barcia, a la que tengo el privilegio de conocer y de la que he obtenido los mejores réditos en esta misión de difundir la cultura financiera. En su blog, “Somos lenguaje” (el nombre también lo dice todo con una esmerada economía de palabras) se pueden encontrar ejemplos, consejos y técnicas para escribir bien y en correcto español textos económicos y financieros. En sus entregas desmenuza los términos económicos y explica como presentarlos con las cualidades que acabo de describir.
Porque la economía no es una ciencia exacta, a diferencia de lo que piensan muchos. Es una ciencia humana, como la sociología, la sicología, inherente al pensamiento que necesita de metáforas, imágenes, redundancias para llegar al resultado, el estribillo de este artículo y uno de los objetivos de la economía, la empresa y las finanzas.
Antonio de Miguel
Periodista y blogger financiero
Puedes seguirlo en Twitter en @AntoniodeMiguel
Leave a Reply