Para muchos españoles, las vacaciones son sagradas y tienen un objetivo primordial: disfrutar y olvidarse del mundo. Y ello conlleva mirar el bolsillo de reojo sin atender las penurias que pueden venir a la vuelta. De cómo planifiquemos y cumplamos el presupuesto inicial que nos hicimos para las vacaciones dependerá que esta cuesta de septiembre 2018 sea más o menos empinada para los hogares españoles.
Cierto es que este año los consumidores han sido más racionales que el año pasado. Al menos en intención de gasto para vacaciones. Según el Observatorio Cetelem, la intención de gasto medio previsto para las vacaciones de verano ha disminuido un 15% respecto al pasado año. Transcurrida la mitad del periodo vacacional por excelencia, quizá convendría pararse un momento y, además de revisar el presupuesto de nuestras vacaciones 2018, adelantarnos a los gastos previsibles que tendremos que afrontar en la cuesta de septiembre 2018.
No nos costará mucho tiempo. Un momento de descanso puede ser la oportunidad idónea para saber qué nos puede esperar a la vuelta de las vacaciones. Por diversas razones, la cuesta de septiembre es más temida por los consumidores que la de enero. Las dos empiezan después de un momento de gasto poco habitual:
- Vacaciones de verano
- Navidades
Pero es importante que el verano no se nos vaya de las manos o, mejor dicho, del presupuesto familiar que tendremos que afinar dentro de pocos días.
Qué deberemos pagar en la cuesta de septiembre 2018
Revisar los gastos que tuvimos que afrontar en la cuesta de septiembre de 2017 es el primer ejercicio que deberíamos hacer para anticiparnos a los sustos financieros que vienen al inicio del curso 2018-2019. Como siempre en las cuestiones de finanzas personales, parte del éxito de nuestra economía familiar viene dada por seguir unos hábitos de consumo recomendables. Con mayor motivo a la hora de afrontar los gastos de la última parte del año:
- Vuelta al cole: libros, material escolar, matrículas…
- Próximo cargo en la tarjeta de crédito, que normalmente ha trabajo más que en otros meses.
- Repasar si tendremos que abonar otros gastos diferidos de nuestro presupuesto de vacaciones, como esos recibos que dejamos para septiembre para cuadrar el presupuesto de estas vacaciones.
- Conocer cuándo tendremos que realizar las próximas revisiones del coche.
- Anticipar los impuestos que se avecinan en el cuarto trimestre, principalmente el IVA para los autónomos (20 de octubre) y el segundo pago del IRPF (5 de noviembre).
- Prever lo que nos costará llenar la despensa después de dejarla vacía antes de cargar las maletas en el coche.
- Y, muy importante, estudiar lo que tendremos que pagar por los seguros que hemos contratado (hogar, salud, coche).
Puede que, llegados a este punto, nos parezca que vigilar nuestras finanzas personales en el deseado periodo de vacaciones sea una forma de arruinarlas. Pero, no. Nada más lejos de lo contrario. Tener una panorámica de lo que nos espera en la cuesta de septiembre nos dará más tranquilidad en estos últimos días de descanso.
Con este sencillo ejercicio, podemos advertir a tiempo que no hemos sido lo suficientemente previsores al planificar nuestras vacaciones o que se nos ha ido el presupuesto de la mano, ya sea por:
- gastos imprevistos
- por habernos dejado embargar por una alegría compradora.
Hacer un alto en nuestro asueto para actuar a tiempo
Siempre estaremos a tiempo de tomar medidas que en plena cuesta de septiembre serían más traumáticas. Hoy en día, las nuevas tecnologías permiten tener un contacto más directo con las compañías. En la mayoría de los casos, si vemos que tendremos que recortar gastos para salvar la entrada en el nuevo curso lo podremos hacer desde nuestro ordenador sin salir del hotel y sin necesidad de soportar “inacabables” minutos de espera en los centros de atención al cliente a la vuelta de las vacaciones.
- Suscripciones, como Netflix, el pago de otros contenidos de internet, que curiosamente no hemos disfrutado estos días.
- Aportaciones a causas ciudadanas, como Cáritas u otras organizaciones, que nos pasan habitualmente a la cuenta corriente.
- Cambios de tarifas de teléfono, internet.
- Bajas en los seguros o cambios de cobertura
Son unos claros ejemplos que aliviarán el retorno a la vida cotidiana. Normalmente es necesario hacerlo con un cierto tiempo de previsión y agosto es un mes propicio para realizar estas gestiones en el tiempo estipulado por las compañías. Según los casos puede oscilar entre un mes y una semana de antelación. En el caso de los seguros, es necesario comunicar la no renovación con un mes de anticipación al vencimiento del contrato, según estipula la Ley 50/1980, de 8 de octubre, de Contrato de Seguro
“Las partes pueden oponerse a la prórroga del contrato mediante una notificación escrita a la otra parte, efectuada con un plazo de, al menos, un mes de anticipación a la conclusión del período del seguro en curso cuando quien se oponga a la prórroga sea el tomador, y de dos meses cuando sea el asegurador”.
Los expertos recomiendan que realice por correo certificado y no por teléfono o por email. Un trámite que nos hará perder en la oficina de Correos algún tiempo que en vacaciones consideramos precioso, pero que tendrá beneficios, nos dará tranquilidad para el resto de las vacaciones y nos evitará abultar la lista de tareas urgentes a realizar al empezar a remontar la cuesta de septiembre.
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