La revolución de Bitcoin se llama blockchain

Salvando las distancias, que quede claro desde el principio, esto de blockchain o cadena de bloques me recuerda mucho al proceso de implantación que siguió la tercera luz de freno en los coches. En los años ochenta del siglo pasado, los más macarras del barrio comenzaron a colocar (muy burdamente, todo hay que recordarlo) unas luces en la parte trasera de sus coches tuneados para que el resto de conductores se enterara de que estaban dando marcha atrás. Aquello era una aberración legal castigada con una cuantiosa multa. Con el paso de los años, aquel dispositivo no solo es legal sino que viene de serie en todos los vehículos.

Todo apunta a que con blockchain va a ocurrir algo muy parecido. Es, ni más ni menos, la base tecnológica sobre la que se asientan las nuevas monedas digitales, como Bitcoin. Hasta hace poco más de un año, esa palabra era algo de lo que solo se hablaba en los chats tecnológicos más frikis de Internet o asociada a prácticas de dudosa legalidad llevadas a cabo por los hackers informáticos. El FBI estadounidense llegó a cerrar uno de los principales servidores de intercambio de bitcoins. Pero en pocos meses, pasó de ser un tema de proscritos a convertirse en la tecnología que revolucionará el futuro de la banca. Algo así como el Uber de las finanzas y la economía colaborativa.

La revolución del Bitcoin se llama blockchain

Blockchain: nueva relación con el cliente

Igual que la startup originaria de San Francisco, el atractivo de blockchain es que ha llegado para acabar con los intermediarios en las gestiones financieras. Sus defensores aseguran que va a cambiar para siempre la relación de los clientes y la banca.

Pero antes de intentar entender su poder, vamos a intentar comprender sucintamente cómo funciona. No es sencillo para mentes no informáticas. El blockchain es el resultado de la economía colaborativa aplicado a la tecnología. Nos encontramos ante una especie de contabilidad digital, según lo define un informe de BBVA Research. Un registro en el que quedan anotados y encriptados «acontecimientos» digitales con su fecha de registro y la secuencia en la que se han producido.

Esa información se agrupa en bloques, que se enlazan unos a otros a través de un código alfanumérico y se guarda de forma simultánea en múltiples ordenadores por todo el planeta. Estos ordenadores, que en jerga se llaman mineros, son los encargados de verificar la veracidad de las transacciones a cambio de incentivos. Por ejemplo, en la cadena de bloques de bitcoin, la tarea estos mineros se paga a 25 bitcoins por transacción.

A prueba de hackers

La información así registrada nunca puede ser borrada y no puede ser modificada sin un consenso mayoritario de los participantes en la cadena de custodia. Esto asegura que la falsificación de la información sea bastante complicada. Según BBVA Research, para alterar los registros de las transacciones de Bitcoin habría que controlar más del 50% de todo el volumen de blockchain, que en la actualidad ocupa unos 70 gigas.

El cambio más disruptivo de esta tecnología es que elimina la necesidad de intermediarios financieros, tradicionalmente los bancos. En Bitcoin no son necesarias las cámaras de compensación que cruzan operaciones cuando hacemos una transferencia de un banco a otro. Como le ha ocurrido a Uber, esto en un primer momento se vio como una amenaza contra el sistema financiero establecido. Pero en contra de lo que han hecho los taxistas, la banca ha decidido unirse al enemigo. La eliminación de intermediarios implica un cambio sustancial en la metodología de trabajo financiera, pero también permite un ahorro de costes y un incremento en la seguridad.

En el último año entidades financieras de las de toda la vida como el banco estadounidense City o Visa se han lanzado a formar parte en el accionariado de Chain.com una start-up proveedora de tecnología blockchain. Empresas sin ninguna sospecha de revolucionarias como IBM o Microsoft están desarrollando servicios de blockchain que ofrecen a las entidades financieras. E incluso, el estado de Delaware, en Estados Unidos, ha anunciado que está buscando cómo conciliar la legislación financiera con la actividad financiera desarrollada a través de Blockchain.

Más allá del universo Bitcoin

Pero, el potencial de la cadena de bloques va mucho más allá del mundo financiero. Por eso no faltan expertos que aseguran que estamos ante una revolución similar a la que provocó Internet. De momento, ya está disponible para aplicaciones que van desde las transferencias de pago, hasta las tecnología en la nube, el registro de patentes, incluso el voto electrónico o los nuevos contratos inteligentes capaces de almacenar con este sistema información de alta confidencialidad.

Pero tanta euforia, no debe hacer perder la perspectiva a nadie. Una tecnología que permite acreditar una operación sin identificar a sus protagonistas es el pasaporte perfecto para los malos de la película. Mafias, organizaciones criminales e incluso ciudadanos normales han encontrado en esta tecnología y en la llamada web oscura, el sistema perfecto para financiar negocios turbios, blanquear capitales, etc.

Solo el tiempo podrá descubrirnos si los buenos lograrán o no imponerse ante este disruptivo invento, o simplemente la cadena de bloques se quedará en lo que pudo ser y no fue.

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