Resulta de lo más oportuno recuperar Full Monty, una de las películas más aclamadas de las últimas décadas, y que curiosamente es hoy casi más actual que cuando se estrenó en 1997. ¿Por qué? Pues porqué la crisis de los últimos años no solo ha mantenido vigente y en el punto de mira social el tema del precario mercado laboral, del paro, de las consecuencias cotidianas y familiares del mismo, de los sindicatos y las diferencias de clases que en ellos cohabitan – sí, también en ellos-, así como otras realidades sociales propias del cine proletario, sino que en el aspecto lúdico, el que convirtió la cinta en uno de los mayores éxitos de la temporada, además de optar al Oscar a mejor película del año, se explota la imagen de lo que hoy se denomina popularmente “los cuerpos fofisanos”, y que son precisamente los que reivindicaba con todo cariño y simpatía el planteamiento cómico de la película, que demostraba así que es mucho más importante el convencimiento, la perseverancia , el esfuerzo y el amor propio que el qué dirán.
El film incluye algunas de las escenas cómicas más memorables del género, pero de entre todas, que son muchas (los gnomos de jardín también estarían entre mis preferidos), destaca sin duda aquel imborrable baile improvisado en la cola del paro, que con una mezcla de patetismo y orgullo, de convicción y vergüenza ajena, resumía el espíritu del film mientras que nos partíamos de risa en las butacas entregados a la eficacia del cine denuncia cuando se hace con humor. Y es que no hay nada más serio que hacer reír. Y encima, de propina, alguna lagrimilla de ternura se nos escapa entre dientes, y también entre risas, en el striptease final, el gran clímax de Full Monty, porque siempre conmueve la victoria de los desfavorecidos, aunque sea parcial.
Director: Peter Cattaneo
Intérpretes: Robert Carlyle, Mark Addy, Tom Wilkinson, Lesley Sharp, Paul Barber, William Snape, entre otros.
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