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¿Por qué gastar en mantenimiento es ahorrar a largo plazo?

El mantenimiento doméstico no es gratis, incluso es caro a veces, pero a la larga es una fuente de ahorro, como lo son siempre las medidas preventivas. Y en el hogar, por obvio que parezca, no siempre se aplican las medidas mínimas para mantener en buen estado nuestros electrodomésticos, nuestros muebles o los mecanismos y materiales que conforman el inmueble, y eso suele salir caro. Veamos ejemplos de dejadez que podrían evitarse y ahorrarnos gastos innecesarios.

Pongamos un ejemplo no por evidente menos frecuente. Cuando detectamos que la cerradura de la entrada empieza a engancharse, que cuesta abrir porque el bombín no gira bien o la llave no encaja como antes y hay que forzara para introducirla, es el momento de revisarlo todo. Tal vez baste con un poco de lubricante, o con la substitución de alguna pieza, quizá simplemente se haya doblado la llave; pero si insistimos y lo forzamos tozudamente, lo más probable es que acabemos llamando de urgencia a un cerrajero de madrugada y sin poder entrar en casa, y la factura será tremenda. Y el arrepentimiento no reintegra el dinero gastado.

No es la primera vez que hablamos aquí del mantenimiento como fuente de ahorro, pero nos parece necesario recordarlo para que de tan obvio no lo pasemos por alto. En anteriores ocasiones hablamos del mantenimiento de electrodomésticos, y de su correcta ubicación para que no se deterioren, así como de otros mecanismos más complejos que necesitan atención y cuidados para garantizar su óptimo rendimiento. Pero no sólo la mecánica y la electrónica deben ser revisados (en el tema de los vehículos no entraremos, pues nos centramos en el hogar, pero el mantenimiento es igualmente necesario). Hay otros muchos productos u objetos que también agradecen el mantenimiento que les alarga la vida útil.

Un buen mantenimiento ayuda a prevenir gastos

Ropa y madera

Por ejemplo, la ropa. Es una buena costumbre, que además facilita el ahorro, cambiar la indumentaria al llegar a casa. La llamada ropa de andar por casa. Y es que en casa se hace una vida más desenfadada, y bajamos la guardia. Los enganchones son habituales (al bajar unas cajas del altillo o mover una mesa), las manchas de aceite o de vino, e incluso los desgarros que pueden producirse jugando con las mascotas o con los pequeños de la familia. Una salpicadura de legía no tiene remedio, y una chispa de la chimenea supone un inoportuno e irreversible agujero. Aun así, el riesgo cero no existe, pero si actúas con cuidado y prestas atención a las cosas, te darás cuenta que los accidentes son mucho menos habituales, y por ende también los gastos.

El mantenimiento de los materiales es también básico para prevenir gastos de reparación o substitución. Hay puntos de deterioro irreversible en muchos materiales. La madera por ejemplo. La hidratación es importante. Ponerle aceites protectores, por ejemplo. Pero cuando ya se ha deformado o dilatado en exceso, por lo general es irrecuperable. Es habitual en el parquet, la teka de piscina o los muebles de jardín, etc.

Y no es la madera el único material que hay que cuidar. El mantenimiento afecta a la mayoría de superficies. Cuando el metal se oxida, por ejemplo, es muy difícil y caro restaurarlo. El tema es no dejar que llegue a ese extremo. Sobre todo cuando se trata de superficies en la intemperie.

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