Los hay que piensan que ahorrar es imposible en tiempos de crisis, cuando llegar a final de mes es ya un logro. Pero siempre puede uno buscar métodos o sistemas para rascar algunas cantidades que, poco a poco, nos ayuden a hacer crecer ese rinconcito para afrontar posibles imprevistos o para darse un capricho. Les ofrecemos un decálogo del ahorrador para tiempos difíciles.
Aunque pueda parecer incongruente, una manera de ahorrar es convertir el ahorro en un gasto fijo de nuestro presupuesto mensual. Que no se trate de una acción puntual o una cantidad prescindible en un mes complicado, sino de un gasto asignado e innegociable. Como si se pagara un servicio mensual básico. Con el tiempo comprobaremos que efectivamente se pagaba un servicio, el de nuestra tranquilidad llegado el día de la jubilación o de la necesidad perentoria.
El segundo consejo es destinar un porcentaje del sueldo al ahorro. Siempre el mismo. Pero no lo que te sobre a final de mes, o comprobarás con qué frecuencia el sobrante es nada. Y este punto nos lleva al tercero, que es intentar invertir lo ahorrado, pues es una manera de hacerlo crecer y que no se devalúe. No hace falta ser muy ambicioso, y lo aconsejable es asesorarse por profesionales.
Es muy útil hacer un presupuesto personal o familiar. De este modo controlarás gastos e ingresos y podrás eliminar todo aquello que sea superfluo.
Al margen de la partida de ahorro, es muy aconsejable hacer una de fondo de emergencia. De este modo, si hay que afrontar un imprevisto importante, no se echa mano de los ahorros, sino de ese fondo creado para tales situaciones. Tampoco está de más que las aportaciones al mismo sean también un gasto fijo.
Perder el control de las deudas, aplazándolas o añadiendo otras pequeñas que parecen insignificantes, es la mejor manera de perder los ahorros o ni tan siquiera conseguirlos. Los créditos personales o los aplazamientos no deben ser la primera opción cuando revisamos nuestras finanzas.
Comparar siempre
Hay que saber lo que pagamos y si podríamos pagar menos. Hay que comparar los precios de todos los servicios que tengamos contratados y aprovechar las ofertas que nos brinda la competitividad del mercado. Cualquier servicio es ofrecido por varias empresas. Por qué pagar más si puede pagarse menos. Aunque tengamos que cambiar a menudo de proveedores.
A veces puede resultar engorroso, pero son muchos los cupones o tarjetas de fidelidad que nos ofrecen en las compras diarias. Sumando todas esas ofertas llega a ahorrarse bastante. Y anticipando las compras inevitables (vuelta al cole, Navidad, etc.) también se encuentran mejores precios.
Aunque cada vez se utiliza menos el dinero en metálico, lo cierto es que salir con lo justo y sin tarjetas ayuda a no pasarse del presupuesto previsto. En cualquier caso, evita comprar con la de crédito, y más si aplaza los cargos, pues todas las compras se pagan con intereses.
Y por último, un consejo evidente, pero que no siempre se aplica: si no compras no gastas. Usa el sentido común, y no compres ni consumas nada que realmente no necesites.
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