Aunque en nuestro quehacer laboral diario un día suceda al otro sin apenas diferencia, y el cambio de año no suponga novedad alguna en la dinámica empresarial, lo cierto es que el cambio de ejercicio económico coincide con el año natural, y conviene tomar medidas en previsión del nuevo año empresarial para evitar sorpresas desagradables. Así al menos lo recomiendan los especialistas en asesoría laboral y de empresa. Y es que la improvisación es mala consejera en materia empresarial.
Así, lo primero que debe hacer cualquier autónomo o empresa, con independencia de su tamaño, es un presupuesto contable. Es decir, establecer una hoja de ruta de lo que será o se espera que sea el año que empieza en lo referente a ingresos y gastos. De este modo se establece un camino a seguir durante todo el ejercicio, y será fácil ir comprobando cada mes o trimestre si se van cumpliendo o no las previsiones.
En este sentido es muy importante ser realistas en la previsión de ingresos y exigentes en los gastos, ya que de nada sirve engañarse con un optimismo infundado. La realidad contable acaba siempre por imponerse. Estos presupuestos serán tanto más complejos cuanto mayor sea el volumen de la empresa.
El presupuesto de ingresos y gastos es una información fundamental para saber si durante el año empresarial que se inicia se podrán devolver o no los créditos empresariales, que suelen ser las cargas más importantes de cualquier negocio.
Si al avanzar el curso vemos que no podemos cumplir con las previsiones y que los ingresos no bastan para cubrir los gastos – algo que detectaremos de forma inmediata si tenemos un presupuesto contable hecho con rigor -, tendremos dos posibilidades: pedir más financiación (en caso de poder acceder a ella) o reducir gastos.
Llegado a este punto, y una vez reducidos los gastos superfluos, no quedará más remedio que reducir uno de los costes más importantes de toda empresa, el de personal.
En este sentido, es muy recomendable que el empresario haya llevado una buena política de recursos humanos, marcada por la transparencia en la información financiera. Si es así, es probable, o más fácil, que los trabajadores apuesten por una pequeña reducción salarial o de jornada para mantener la viabilidad de la empresa.
Hacer una simulación del cierre fiscal es otra de las iniciativas fundamentales en previsión de la salud financiera de cualquier empresa, ya que toda actividad comercial conlleva una fiscalidad que finalmente supondrá un desembolso económico que hay que poder asumir.
Además, hacer un precierre fiscal de los impuestos de sociedades que se tendrán que pagar en julio puede servir para optimizar dicho pago, pues hay varios puntos que pueden revisarse de un ejercicio a otro. Estos son:
1.- Posibilidad de amortizar libremente en los casos en que se hayan realizado inversiones.
2.- Posibilidad de reducción del tipo impositivo en el caso de mantenimiento del empleo.
3.- Realización de un inventario detallado y minucioso, donde podemos dar de baja todas aquellas mercancías obsoletas.
4.- Comprobar que alguna de las ventas realizadas en el ejercicio anterior se vayan a entregar o realizar en el actual, lo que provocaría una diferencia de la carga impositiva.
En suma, tal y como reza el sabio refranero español, más vale prevenir que curar. Y más en los difíciles tiempos que corren.
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