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Qué es la renta variable y cómo invertir

El ahorro es un hábito muy recomendable como medida preventiva en el contexto de la economía doméstica. No obstante, si tenemos algo de dinero y lo que queremos es rentabilizarlo, la opción con mayor potencial de crecimiento es la renta variable. Veamos en qué consiste y cómo invertir.

Qué es la renta variable

La renta variable es un tipo de inversión que puede ofrecer mayores rendimientos que, por ejemplo, la renta fija, pero que por contra conlleva más riesgos. Entre ellos, el hecho de que no garantiza ni la recuperación del capital invertido ni su rentabilidad.

Los títulos utilizados para llevar a cabo las inversiones en renta variable son las acciones. Unos activos financieros que representan una parte del capital social de la empresa. Así, la suma de todas las acciones emitidas por una sociedad representa el valor total de la misma.

La inversión en renta variable consiste en la compra y venta de acciones en el mercado bursátil. Y el rendimiento de las mismas dependerá de la evolución de la empresa emisora y el comportamiento de los mercados.

Características de la renta variable

La renta variable funciona mediante la compra y venta de acciones en la bolsa. Los inversores compran títulos de empresas que cotizan en bolsa con la esperanza de que su valor aumente, y cuando eso ocurra venderlos para rentabilizar su inversión. Es decir, intentar comprar barato y vender caro.

Hay diferentes tipos de renta variable. Estas las acciones ordinarias, que son activos que conllevan derecho a voto del inversor y participación en los beneficios de la empresa emisora de los títulos. Y las acciones preferentes, que no suelen tener derecho de voto, pero tienen prioridad en el cobro de dividendos y en la liquidación de activos.

Ventajas y riesgos de invertir en renta variable

Cualquier inversión tiene sus pros y sus contras. Ventajas y riesgos. Tanto sea de renta variable como fija. Hay que sopesar siempre las opciones y escoger según nuestro perfil y nuestras posibilidades lo que más nos convenga.

Potencial de rentabilidad a largo plazo con el interés compuesto

Una de las principales ventajas de la renta variable es la posibilidad de conseguir una mayor rentabilidad del capital invertido. El potencial es mucho mayor que en productos de renta fija. Y una de las opciones más arriesgadas es la del llamado interés compuesto.

El interés es un porcentaje que se aplica como concepto de pago por el dinero durante un tiempo determinado. Viene a ser el precio del dinero. Y se utiliza para saber el coste de un crédito o la rentabilidad de los ahorros o de una inversión.

Sin embargo, existe el llamado  interés compuesto. Es un interés que se va sumando al capital inicial, y sobre el que se van generando nuevos intereses. De este modo, tiene un efecto multiplicador, pues los intereses producen nuevos intereses.

Volatilidad y riesgo asociado

Del mismo modo que puede conseguirse una mayor rentabilidad, con la renta variable también existe el riesgo de que el valor de las acciones disminuya debido a la volatilidad del mercado.

Y es que, a diferencia de la estabilidad de la renta fija, los valores de una inversión de renta variable son más volátiles. Pueden fluctuar según el comportamiento de la bolsa, que responde a infinidad de estímulos sociopolíticos y financieros internacionales, lo cual la hace imprevisible.

Diversificación como mitigación de riesgos

Una de las ventajas de la renta variable es la gran variedad de activos que ofrece el mercado bursátil. Acciones de empresas cotizadas de características absolutamente distintas, y que permiten al inversor escoger según parámetros más arriesgados o conservadores. Una diversificación que ayuda a mitigar los riesgos invirtiendo pequeñas cantidades en diferentes productos. Eso sí, a menor riesgo, menor suele ser la rentabilidad del capital invertido.

Cómo invertir en renta variable

Como ya hemos explicado anteriormente, la renta variable funciona mediante la compra y venta de acciones en la bolsa. Sin embargo, un particular no puede operar directamente en mercado bursátil. Se necesita la participación de un tercero, que bien puede ser una entidad de crédito (bancos, cajas de ahorros o cooperativas de crédito), una sociedad de valores o una agencia de valores, a través de las cuales realizar las inversiones (compra de acciones).

Todas estas entidades son sociedades anónimas financieras autorizadas a operar en el mercado bursátil. Siempre supervisadas por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), que vela por la transparencia de los procesos, los derechos de los inversores y los precios.

Los ETF o fondos cotizados

Existe otra opción a la hora de invertir, siempre que nuestra estrategia de rentabilidad sea a largo plazo. Se trata de los ETFs, o fondos cotizados, que consisten en una mezcla entre fondos de inversión y acciones. Son como un paquete de activos que puedes comprar y vender en la bolsa, igual que las acciones. Pero este producto ofrece la ventaja de la flexibilidad, liquidez y diversificación, ya que el paquete reune valores muy diversos.

Al invertir en un ETF se está comprando una pequeña parte de ese paquete, lo que te permite invertir en muchos activos diferentes al mismo tiempo, sin tener que elegir cada uno por separado. Eso sí, para invertir en ETF hay que hacerlo a través de un bróker regulado.

Conclusión

Si no nos conformamos con ahorrar y queremos sacarle un rendimiento mayor a nuestro dinero, una de las opciones más habituales es invertir en renta variable. Más arriesgada que la renta fija, pero con garantías de una mayor rentabilidad. Un tipo de inversión que consiste en la compra de acciones en bolsa, y que hay que realizar a través de entidades financieras autorizadas como puede ser nuestro propio banco.

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