Procrastinación o por qué no ahorras para tu jubilación
Aplazar obligaciones o actividades que teníamos previstas por pereza, dejadez o simplemente para realizar otras más agradables o que nos motivan más, es un hábito bastante común. Y eso es la procrastinación, que puede llegar a ser un problema importante cuando se convierte en la dinámica habitual de nuestro día a día.
Qué es la procrastinación y cómo vencerla
Esta acción de posponer nuestras tareas o postergar la fijación de nuestros objetivos, como es el caso de ahorrar para la jubilación, es lo que se llama procrastinación. Aquello que popularmente se aconseja no hacer con la conocida frase “No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”.
Y es cuando la procrastinación afecta al ahorro cuando puede convertirse en un problema a largo plazo. Ya que vamos dilatando el momento de ahorrar porque vemos la jubilación laboral como algo lejano, y porque consideramos el ahorro como un gasto que nos impide consumir hoy. Creemos que siempre estaremos a tiempo de ahorrar. Y es ahí cuando la procrastinación se instala como dinámica habitual. Hasta que un día ya es tarde para cumplir con las expectativas de ahorro necesarias para un retiro acomodado.
Por ello conviene tomar conciencia del riesgo de la procrastinación y buscar la manera de evitarla. Veamos algunas estrategias para conseguirlo.
Priorizar objetivos de ahorro
La planificación es fundamental para abordar cualquier estrategia económica, y más si ahorrar es el objetivo. Y la priorización de objetivos es básica a la hora de planificar un plan de ahorro. Siempre hay que tratar de alcanzar las metas más valiosas y a más largo plazo frente a las más inmediatas, que siempre resultan más tentadoras por su rápida satisfacción. Y por ello son el principal riesgo en el fomento de la procrastinación.
Automatizar el ahorro para evitar la procrastinación
El sistema más eficaz de ahorrar para la jubilación es la automatización de las aportaciones económicas a los productos financieros. Todas las entidades bancarias ofrecen productos que permiten la domiciliación en cuenta de cargos mensuales, que van engrosando el capital destinado al plan de pensiones. De este modo, con aportaciones periódicas automáticas, se reduce el riesgo de que otros intereses puedan interferir en la estrategia de ahorro e induzcan a la procrastinación en lo referente a ese ingreso regular.
El presupuesto inverso
La proscrastinación suele darse cuando el dinero que pretendemos ahorrar nos impide invertirlo en satisfacción inmediata. Lo cual ocurre cuando no hay presupuesto para ambas cosas. Pero tal vez ayude la estrategia del presupuesto inverso, que puede considerarse como un presupuesto para ahorrar antes de gastar.
La fórmula consiste asignar primero un porcentaje o una cantidad fija de los ingresos al ahorro (el plan de pensiones, por ejemplo), y luego usar el resto para cubrir los gastos. Sin contemplar siquiera la posibilidad de que el dinero separado pueda estar disponible. De este modo se garantiza el ahorro sistemático de las cantidades destinadas a satisfacer metas futuras.
Cuál es la causa de la procrastinación
Una vez más en esta página aludiremos a la importancia de la educación financiera. Y es que nuestra vida viene marcada por continuas decisiones relacionadas con nuestra situación económica, y si carecemos de los recursos necesarios para analizar cada caso en concreto, nuestros razonamientos pueden verse condicionados por diferentes motivaciones, generadas por los más diversos factores, que nos induzcan a tomar decisiones erróneas o que al menos no son las más beneficiosas para nuestros intereses. Sobre todo a largo plazo.
Y es que sin una buena concienciación o disciplina financiera, es habitual que prefiramos comprar bienes a ahorrar, porque el ahorro se ve como un gasto que reduce nuestra capacidad de consumo. Y de ahí a la procrastinación hay un paso.
Principalmente si el objetivo del ahorro es la jubilación, pues inevitablemente, si no se ha trabajado ese aspecto desde una óptica económica, es algo que vemos en el futuro. Algo lejano. Y la balanza cae de inmediato hacia el lado del presente dejándonos llevar por el momento y procrastinando de nuevo el previsto ahorro para el retiro laboral.
Las excusas autoproclamadas para justificar la procrastinación son muchas y variadas. La ya comentada del tiempo hasta la jubilación es la más frecuente. La desgana que perpetúa nuestra ignorancia (volvemos a la educación financiera) hacer que dejemos pasar los días, que serán meses y años, porque es muy complicado entender los productos de ahorro de los bancos. O son muchos y cuesta elegir, y uno nunca encuentra el momento de ir a informarse. Y más cuando disponemos para hoy el dinero que invertiríamos en nuestro futuro. Volvemos, por lo tanto, a procrastinar. Esta vez por comodidad. Pero a veces también por miedo al riesgo. A invertir a largo plazo sin saber qué garantías nos ofrece el mercado.
Así, a veces nos animamos, pero a renta fija, que es más seguro aunque rente menos. Sin pensar, por ejemplo, que la renta variable es más rentable e invertida a largo plazo minimiza los riesgos. Eso sí, siempre es conveniente asesorarse por un profesional antes de tomar decisión alguna.
Cuál es el impacto de la procrastinación en el ahorro para la jubilación
Como hemos señalado con insistencia en este artículo, la tentación de la inmediatez, de la satisfacción a corto plazo es la principal causa de procastinación en lo que se refiere al ahorro para alcanzar objetivos futuros. Y tal vez el ahorro para la jubilación sea una de las estrategias más afectadas. Nos dejamos llevar por excusas y postergamos las aportaciones previstas para dicho objetivo. Y es que la vemos como algo muy lejano que ya afrontaremos más adelante.
Pero las pensiones ya no serán como las actuales. Algunas fuentes incluso las ponen en duda, porque la sociedad está envejecida, y los jóvenes en activo son los que deberán cotizar para pagar las pensiones de cada vez más personas jubiladas.
En la actualidad ha aumentado la longevidad de las personas (viven más años tras la jubilación), está llegando a la edad de retiro la generación del babyboom, que es la más numerosa de nuestra historia reciente, y la tasa de natalidad sigue descendiendo. Es decir, como decíamos en el párrafo anterior, cada vez hay menos cotizantes por pensionista, menos cotizaciones para pagar las pensiones.
Esta circunstancia convierte en una estrategia de futuro fundamental el ahorro para la tener un colchón económico que complemente la pensión pública que recibiremos al jubilarnos. Algo muy difícil de conseguir si se procrastina en las aportaciones al plan de pensiones o cualquier otro producto de ahorro.
Conclusión
La procrastinación prioriza la satisfacción del consumo inmediato a las inversiones de ahorro a largo plazo. Un mal hábito si se quiere garantizar nuestro bienestar en el futuro con un complemento económico a la pensión que recibiremos cuando nos jubilemos. Pero para ello hay que ahorrar hoy a largo plazo, y postergar esta estrategia perjudica nuestra salud financiera en el futuro.