Las finanzas, las grandes empresas, nacionales o multinacionales, han sido y son terreno abonado para el drama televisivo, para el culebrón económico; trampolines para ambiciones desmedidas, para deslealtades, complicidades y/o pactos familiares, sentimentales o comerciales, que inspiran las más apasionantes historias. Así lo ha constatado década tras década la pequeña pantalla con algunas de sus series más emblemáticas y longevas, desde Dallas, Dinastía o Falcon Crest a títulos recientes como House of lies o Billions, ficciones incrustadas en Wall Street o en las cúpulas financieras de los sectores más opulentos del mercado.
Pues bien, Empire es una de ellas, y tal vez de las más apasionantes, pues si tal y como sentenció Balzac: “detrás de cada fortuna hay un crimen”, en este caso no puede ser más sórdido el origen de la fortuna familiar: una estirpe procedente del narcotráfico y la violencia callejera, que acaba creando un imperio discográfico en el terreno musical del hip hop, y que ahora se enfrenta a un conflictivo proceso interno de sucesiones y jerarquías empresariales debido a la enfermedad degenerativa que le es diagnosticada al patriarca.
Cinco intensas temporadas que poco tienen ya en sus planteamientos de la semilla que originó la serie, y que era ni más ni menos que El Rey Lear de William Shakespeare y la obra teatral El león de Invierno de James Goldman. Pero eso no le resta interés a la despiadada lucha de poder que acontece en las entrañas de esa familia/empresa que busca un sucesor para su imperio. Y claro está, teniendo en cuenta sus orígenes, los recursos con los que cada uno persigue sus intereses no son precisamente diplomáticos.
La serie alcanzó los 13 millones de espectadores en su primera temporada, y aunque el patriarca es Terrence Howard, es la actriz Taraji P. Henson quien ha sido nominada a multitud de galardones por su papel protagonista, que le valió el Globo de oro a la mejor actriz de drama en 2015.
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