«Concursante», presagio de una crisis anunciada

Concursante, de Rodrigo Cortés - Crítica de cine en Domestica tu EconomíaEl ocio no entiende de presente, pasado ni futuro. Cambian los códigos de comportamiento y las pautas de entretenimiento, los gustos o las estéticas, pero al final las pretensiones del público son siempre las mismas: la evasión y la diversión. Eso y no otra cosa es el ocio, independientemente de la época, las disciplinas escogidas para satisfacerlo o las preferencias de cada cual para disfrutarlo. Por eso en nuestro apartado de economía y cine no nos ceñimos solo a la actualidad de las propuestas fílmicas, sino que proponemos alternativas, recientes o clásicas, que sean accesibles al público por alguna de las vías legales de distribución y exhibición, con la intención de recuperar películas de interés ligadas de algún modo al mundo de las finanzas o a temáticas socioeconómicas de toda índole.

Partiendo de esta base hoy queremos hablaros de un film del año 2007: «Concursante», de Rodrigo Cortés, quien mucho antes de que ni los más pesimistas intuyeran la debacle, y en plena burbuja de las vacas gordas, escribió y dirigió lo que podría considerarse casi como una profecía en forma de películaHace unas semanas la repusieron en televisión (Versión española), pero no es un título difícil de encontrar hoy en día en los “videoclubes” (¿se llaman ahora devedeclubes?) o en algunas filmotecas de pago; y les aseguro que vale mucho la pena.

Es un film difícil de clasificar, pues transita y oscila entre los terrenos de la comedia amarga y del drama existencial, de la tragedia sentimental y el thriller financiero, pasado todo por el tamiz de la hipérbole, flirteando en más de un momento con la caricatura y hasta cierto punto con reminiscencias fantásticas de corte demiúrgico; lo cual es precisamente lo que nos permite barruntar un esotérico aire profético que acaba por desconcertar. O incluso irritar y asustar visto hoy, debido a la sorprendente precisión de los apocalípticos pronósticos económicos realizados varios años antes del desastre. Malos augurios expresados con la solvencia y la convicción de quien sienta cátedra sobre la gran quiebra globalizada en pedagógicas explicaciones.

Las que ofrece en la película el personaje de Leonardo Sbaraglia a sus alumnos como un auténtico profeta de la hecatombe capitalista. Y uno acaba por preguntarse, ¿si Rodrigo Cortés lo sabía y lo plasmó con puntos y comas en forma de ficción, como es posible que no lo supiera la comunidad financiera y los analistas económicos? Y si todos ellos lo sabían, con más razón aún que el cineasta, y se supone que con más detalle, ¿por qué nada se hizo para evitarse? ¿O por qué no se nos advirtió con tiempo de lo que se nos venía encima? ¿O por qué…? Y lo peor es que la tesis del film, que ahora conviene tomarse muy en serio visto lo visto, asegura no que las depresiones económicas sean cíclicas, sino que se repiten porque son inevitables, ya que el 95% del dinero que se mueve en el mundo no existe. Solo está en las pantallas, solo en las conversaciones, en las estadísticas…, y cada tanto tiempo hay que resetear el sistema, arruinarnos para volver a empezar, y evidenciar así que el juego es un fraude pero que no hay otro juego, y que como hámsteres que somos del sistema capitalista seguiremos dando vueltas en la rueda sin llegar a ninguna parte pero con la ilusión de poder hacerlo.

La película asusta un poco, pero entretiene mucho. Les dejará una sensación de mal cuerpo, eso seguro, pero ya que nos toca jugar, bien está saber a qué jugamos y con quién. Recupérenla, vale la pena.

Director y guionista: Rodrigo Cortés.
Intérpretes: Leonardo Sbaraglia, Chete Lera, Miryam Gallego, Fernando Cayo, Myriam de Maeztu, Luis Zahera.

Share this Story
Load More Related Articles
Load More By Javier Matesanz
Load More In Economía en el cine

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Check Also

Pombo, retrato de una familia «influencer»

Un influencer viene a ser un emprendedor en ...

Economía en Cine & Libros

pombo