La obesidad infantil aumenta en las clases pobres por la mala alimentación

Estos dos últimos años, marcados por la pandemia, y la actual escalada de precios que ha encarecido la práctica totalidad de los alimentos, ha influenciado de manera preocupante en la salud infantil, y más concretamente, según un informe de Save the children, ha provocado un preocupante aumento del 28% en la obesidad entre los menores. Un porcentaje que en los hogares con rentas más bajas alcanza el 32’5% entre los niños de 4 a 16 años, mientras que solo llega al 19% cuando las rentas son más altas.

Durante el periodo pandémico se modificaron muchas conductas cotidianas. Se aumentó el uso de las pantallas, se cerraron las aulas y los comedores escolares, y las actividades de ocio se volvieron mucho más sedentarias. Eso por una parte, y ahora el incremento de precios hace que muchas familias con pocos recursos no puedan asumir una dieta sana diaria, y recurran a la comida rápida o la bollería para sustituir la dieta mediterránea.

Save the children analiza en el estudio “Adios a la dieta mediterránea: nutrición y hábitos saludables de la infancia en España” la incidencia de la pandemia y de la renta de las familias en la salud nutricional de los niños y niñas y sus hábitos saludables comparando datos de 2021 con los de 2017. Y las conclusiones son claras: “vivir en un hogar pobre duplica el riesgo de sufrir obesidad o sobrepeso, que en España ya tienen uno de cada tres niños tras la pandemia”, según la información de la ONG.

Menos ingresos, peor alimentación

Los hogares con menos ingresos tienen menos posibilidades de acceder a los alimentos necesarios para una dieta equilibrada, de sufragar actividades extraescolares o de ocio menos sedentario o de tratar problemas de salud, como los trastornos de conducta alimentaria o las patologías bucodentales.

Según la organización, la inflación se ceba con las familias más pobres, ya que el encarecimiento de los alimentos esenciales les priva de nutrientes básicos a menudo substituidos por otros industriales que sacian pero no alimentan de forma saludable.

La comida rápida es un indicador determinante. El 18’1% de los menores de familias con ingresos bajos consume a diario ese tipo de comidas, mientras que en las familias acomodadas lo hace solo el 10%. En cuanto a la actividad física o deportiva, la practican con regularidad el 71% de los hogares con rentas altas, y desciende hasta el 41% en las familias más pobres.

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