Jimmy’s hall, la obra de un francotirador socioeconómico

jimmy's hallEn un web como el nuestro la filmografía de Ken Loach tendría cabida en su práctica totalidad. El cineasta británico es un francotirador socioeconómico siempre cargado con munición de izquierdas y parapetado en las trincheras del proletariado, de los desfavorecidos, de los perdedores de cualquier bando enfrentados a / oprimidos por el imperialismo, el capitalismo, el fascismo o cualquier tipo de injusticia social inventada o por inventar. De modo que su comprometida trayectoria fílmica, que se consolidó en los controvertidos paisajes del territorio laboral británico de la thatcheriana década de los ochenta, ha ido ensanchando sus horizontes para visitar, denunciar, reivindicar y luchar por causas perdidas a lo largo y ancho del planeta; con mayor o menor fortuna, siempre con el maniqueísmo inevitable de quien cree en Dios y en el Diablo encarnados en la tierra en obreros y patrones, pero evitando en lo posible la demagogia, siempre detestable, por la vía de una pretendida objetividad histórica. La cual, no obstante, vendrá siempre marcada por las tendencias ideológicas de quien las expone y, por tanto, siempre discutible y fuente de controversia. Ese y no otro es Ken Loach. Admirado y denostado, pero indiscutiblemente lúcido y eficaz como narrador austero e incisivo. Siempre combativo. El inspirado autor de Riff-Raff, Lloviendo piedras, Tierra y libertad, Mi nombre es Joe o La cuadrilla; pero también el menos afortunado responsable de las insulsas La canción de Carla, Pan y rosas, Felices dieciséis, Buscando a Eric o la reciente La parte de los ángeles.

Jimmy’s hall no es menos comprometida que otras de sus anteriores películas, y tampoco la primera vez que Loach aborda el tema de la anhelada independencia de la República de Irlanda. Conflicto que originó el IRA y toda la tristemente sangrienta lucha armada del Ulster, pero que empezó a germinar en la guerra civil irlandesa a principios de la década de los 20. La misma que retrató el cineasta en la magistral El viento que agita la cebada (2006). Su nuevo trabajo, en cambio, se centra en la vida del comunista James Gralton, que años después del conflicto armado regresa del exilio y recupera su antiguo activismo, de corte cultural y tradicional, pero inevitablemente subversivo para las fuerzas británicas gobernantes. De modo que, tras continuos enfrentamientos con las autoridades policiales, políticas y eclesiásticas, no tardó en ser de nuevo represaliado para convertirse en el primer y único deportado político de la historia de Irlanda sin haber cometido un solo delito o ilegalidad. Murió en Nueva York en 1945 sin que nunca se le permitiera regresar a su país.

La película es un biopic parcial, que se centra en los años que acontecieron entre el regreso de Gralton a su pueblo y su deportación, en los cuales intentó recuperar el centro cívico que da título al film, el Jimmy’s hall, que servía tanto para reivindicar las raíces culturales irlandesas como para formar laboralmente a los trabajadores para que recuperaran oficios y costumbres tradicionales, y donde empezó a fraguarse el enfrentamiento entre el latifundismo instigado por la presencia británica y sus acólitos irlandeses, y la miseria de los campesinos cuyas propiedades rurales les fueron confiscadas tras la guerra. La división socioeconómica de un pueblo, extrapolable a toda la sociedad irlandesa, estaba servida. Y Loach lo cuenta con intensidad pero sin aspavientos. Sin estridencias ni efectismos. Como quien relata una historia convencido de que es cierta, de poseer la razón histórica y humana. Y lo cierto es que resulta emotivo y convincente, apoyándose en un puñado de excelentes interpretaciones naturalistas, que evitan todo histrionismo para transmitir la impotencia y la desesperación con la sordina de quien reprime la pasión y el odio porque lleva las de perder, pero que no se resigna y seguirá luchando por lo que considera justo hasta las últimas consecuencias.  Un film intenso y bello.

 

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