La primera vez que escuchamos hablar de este producto financiero fue allá por el mes de junio del año pasado. Su creación fue una de las medidas estrella que acompañaban a la reforma fiscal del Ministro Cristóbal Montoro. El motivo de su existencia era poner en marcha una nueva vía para canalizar el ahorro a medio plazo.
La medida coincidía en el tiempo con uno de los momentos más álgidos del conflicto de las participaciones preferentes. Así que los Planes de Ahorro 5 se concibieron para atravesar por una complicada cuerda floja: la de ofrecer incentivos para el ahorro y minimizar el riesgo, a través de cuentas de ahorro o seguros de vida.
El equilibrio no era fácil de conseguir en junio, pero se ha tornado mucho más arduo justo en el momento de su estreno oficial, enero de 2015. Sobre todo tras la inyección de dinero que realizó el pasado 22 de enero el Banco Central Europeo.
Aún así, la banca ya ha empezado con una tímida comercialización estos Planes de Ahorro 5. Para que puedan ser denominados como tal deben cumplirse unos requisitos básicos.
La seguridad del dinero es uno de los temas que más preocupa a los actuales ahorradores. Por eso, el diseño de estos Planes la tiene muy en cuenta. Para evitar riesgos excesivos Hacienda ha establecido un tope máximo de aportaciones de 5.000 euros. Además, obliga a que las entidades financieras que lo comercialicen se comprometan a asegurar el 85% del capital inicial. Otro motivo de seguridad es que el dinero depositado en estos productos tiene la cobertura del Fondo de Garantía de Depósitos (hasta 100.000 euros por titular y entidad) si se contrata con un banco o de la solvencia de la entidad de seguros supervisada por la Dirección General de Seguros.
Por otro lado, el principal atractivo de un plan de ahorro 5 es que los intereses que genere están exentos de impuestos. Eso sí, para que esto sea así hay que cumplir una férrea regla y es que se debe mantener la aportación durante un mínimo de cinco años. En caso de necesitar el dinero durante ese período, si el inversor lo quiere recuperar deberá devolver a Hacienda los impuestos ‘perdonados’. (Un mínimo del 19%, para las personas con menos ingresos financieros). En principio, durante los cinco años de vida de producto, las entidades financieras sólo están obligadas a devolver ese 85% del capital inicial.
Así que saltarse la regla de los cinco años, puede ser muy costoso. Por eso todos los expertos financieros aconsejan que quienes inviertan en uno de estos planes de ahorro lo hagan teniendo en cuenta esta limitación. Es decir, que destinen a este tipo de producto dinero que no tengan pensando necesitar a corto plazo.
Está claro que si alguien había pensado que esta era la alternativa a los depósitos tradicionales estaba equivocado. Aquí sí se puede perder dinero. En teoría el incentivo era que ese riesgo se compensaba con la rentabilidad, pero la decisión de Draghi ha trastocado los planes. La escasa oferta que puede encontrarse en el mercado ofrece unas rentabilidades medias que no llegan al 2%. Lejos del 3% que se preveía cuando fueron presentados.
Para dotarles de mayor atractivo, las entidades financieras están tratando de combinarlos con otros productos de ahorro o inversión, por lo que ni siquiera es fácil identificarlos. Lo que suelen hacer es crear productos estructurados que tratan de ofrecer mayor interés, aunque también con más riesgo Además, estas estructuras tienen también más comisiones de gestión. Con lo cual la decisión se complica aún más.
Así que si tiene la intención de contratar uno de estos Planes de Ahorro, lo primero que debe hacer es dedicarle tiempo y atención a leer la letra pequeña de los folletos informativos. No sea que las comisiones, el tiempo o los imprevistos acaben con el escueto interés que pueden permitirse ofrecer.
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