Memoria de videoclub: La red social (David Fincher, 2010)

Aunque el cine está popularmente reconocido como el arte de contar mentiras con imágenes, pues la ficción no es más que la vía más entretenida de tergiversar la realidad del modo más creíble posible, lo cierto es que la sensación de verdad es la que provoca la adicción por la fantasía, pues esta nunca resultará convincente si no se hace creíble dentro de lo imposible. De ahí que la realidad haya sido siempre la fuente de inspiración de la ciencia ficción o de cualquier otro género cinematográfico, por mucho que acabe por alejarse de la lógica o del pragmático sentido común de nuestra rutinaria cotidianeidad.

la red social
Así, el mundo empresarial y financiero, el de los grandes emprendedores o creadores de las nuevas tecnologías que han marcado la actualidad de nuestros tiempos, no podían permanecer al margen de los intereses del séptimo arte, que de un modo más o menos fidedigno ha llevado sus vidas y sus obras a la gran pantalla, desvelando sus secretos, sus triunfos, sus virtudes y sus pecados a todo aquel cuanto se ha acercado a una sala de cine guiado por la curiosidad, por el morbo o, simplemente, por motivaciones cinéfilas.

De modo que inauguramos hoy lo que podríamos considerar una sección de videoclub, donde encontraremos algunas de las películas más interesantes que el cine le ha dedicado al tejido empresarial contemporáneo y a quienes lo han hecho posible con sus innovaciones, su ingenio o su implacable determinación. Como por ejemplo Mark Zuckerberg, creador de Facebook, que David Fincher retrató en la magnífica La red social (2010).

Inventor de la red social por excelencia, dueño de una empresa con 500 millones de abonados, valorada en 20 mil millones de dólares, Zuckerberg es a sus 26 años el ejemplo de la ascensión social e industrial más precoz y rápida de la historia, sin cambiar en nada, pretende la leyenda, de sus costumbres de estudiante (ver esas chanclas de playa en lo más crudo del invierno harvariano). Este sueño americano no podía dejar mucho tiempo insensible a una industria global como Hollywood, que juntó dos pesos pesados, David Fincher y Aaron Sorkin, para filmar este intenso biopic. El primero, autor de joyas como Seven, El club de la lucha o The Game, todas obras particularmente sombrías que dan cuenta de la fractura entre el individuo y la sociedad, y el segundo, creador de la inteligente reflexión sobre los bastidores del poder político que es El ala oeste de la Casa Blanca, formaron un tándem que ya hacía presagiar la pequeña obra maestra que es The Social Network.

Película de diálogos, de actores, con especial mención, subrayado y en negrita, a Jesse Eisenberg que, con sus rasgos casi infantiles y una mirada dura, inexorable, da vida a un absolutamente creíble Zuckerberg. Film sustentado en un enorme guión, que con la escena de arranque, ya instala al espectador en una tensión inusitada gracias a ese magnífico diálogo de sordos entre un chico y una chica entablados en un bar, él no viendo venir la ruptura que provocará su conversación oscura, desprovista de empatía, rayando la esquizofrenia. Luego, mientras desfila la obertura de los créditos, el largo trayecto del mismo chico, ebrio de despecho, a través del campus de Harvard hasta su habitación de estudiante, será el tiempo de gestación de una venganza.

Porque The Social Network es la crónica de una venganza. Las grandes etapas en el proceso de invención y creación del Facebook, sitio de encuentro social, cuyos valores se sustentan en la cultura de la amistad, responden irónicamente a determinaciones triviales, por no decir vergonzosas, de su hacedor; venganza contra una chica que lo planta y su posterior linchamiento y humillación en la red; apropiación indisimulada de la idea de los hermanos Winklevoss, representantes de la élite estudiantil de Harvard, que son derrotados por alguien más competente y más maligno que ellos; consentimiento tácito a la emboscada destinada a desembarazarse de su único y fiel amigo Saverin.

El film también es el retrato despiadado de nuestra estricta actualidad. Habla y da cuenta de nosotros, de los enfermizos, competitivos y ensimismados tiempos que vivimos, a través de unos personajes siniestros, cuya esencia común es un apetito de poder y de notoriedad sólo igualable a su resentimiento.

En cuanto al Marc Zuckerberg de Fincher, es el más terrorífico de todos, pero de una inexplicable manera más amable. Quizás porque su inteligencia fulminante y su insolencia creadora compensan su handicap emocional y su frustración social, o porque cae él mismo prisionero de su propia y perversa paradoja: el solitario, frikie, anónimo genio, pretendiendo crear un lugar virtual de relación social, de fabricación de éxitos, que alivie su enorme soledad, acaba más sólo y más ajeno que antes, o, quizás porque, como reza la última frase del film, no consigue ser el cabrón que pretende ser.

Dirección: David Fincher.
Guión: Aaron Sorkin.
Intérpretes: Jesse Eisenberg, Andrew Gardfield, Justin Timberlake.

Javier Matesanz

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