La economía en el cine, recordando… “El gran farol”

El dinero no sabe de géneros. Es omnipresente. Está presente en todos. O bien podría considerarse un género en sí mismo. Puede ser una aventura ganarlo o perderlo, un thriller intentar conseguirlo, una película de terror arruinarse o una comedia si se frivoliza sobre el poder que tiene sobre nosotros y nuestras vidas. Cualquier cosa es posible si hay dinero, pero sobre todo si no lo hay. Y si confluyen ambas circunstancias, alternas o combinadas, como en El gran farol (2000), que además se inspira en la historia real de un bróker británico que en 1995 acabó con un banco centenario, el film alcanza cotas casi surrealistas de tan rocambolescamente ciertas.

Película sobre una estafa bursátil

Hay historias reales que cuesta creer, y la de Nick Leeson es una de ellas. Él solito, con 28 años, un presente brillante y un futuro prometedor como uno de los analistas bursátiles más brillantes de su generación, consiguió desestabilizar por completo todo el mercado financiero del sur Asiático desde la bolsa de Singapur. Y no porque sus métodos fueran revolucionarios, sino porque bajo su apariencia renovadora y emprendedora, que convenció a los grandes popes de la economía mundial de la conveniencia y eficacia de sus visionarias estrategias inversoras, acabó llevando a la bancarrota a la entidad bancaria para la que trabajaba, el Barings Bank, una de las más antiguas y prestigiosas del Reino Unido y el mundo entero, que acabó absorbida por el ING. Y no lo hizo para lucrarse fraudulentamente – aunque todo fuera ilegal-, sino para intentar tapar sus continuas pérdidas en arriesgadas y a veces temerarias operaciones, hasta que el agujero fue insondable e  irreversible. Un sumidero que engulló al propio banco y, por supuesto, al bróker, que dio con sus huesos en una prisión de Singapur.

El gran farol  alterna drama e intriga, y de este modo una trama va alimentando a la otra y las inercias sumadas le otorgan al relato un ritmo tan ágil como intenso. El ascenso y caída del joven bróker se narra desde su felicidad y debacle matrimonial, pero también desde la óptica intestina del banco, donde va adquiriendo notoriedad y prestigio progresivos hasta caer de lo más alto arrastrando con él a cuantos le apoyaron y encumbraron. Un terremoto financiero que saqueó incluso las arcas de la Reina de Inglaterra.

Película más interesante que entretenida, aunque nunca aburra. La verborrea financiera nos deja a ratos en fuera de juego, y abusa de tecnicismos económicos y del caótico histerismo de los parqués bursátiles, pero no llega a provocar hartazgo. Un convincente Ewan McGregor consigue con su trepidante angustia que no podamos dejar de pensar en cómo se saldrá con la suya, aunque sabemos que no lo hará. Y eso tiene mérito en términos de puro pasatiempo.

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