Diccionario básico para no perderte en el camino del ahorro para la jubilación

Fondos de pensiones, planes de pensiones, planes de jubilación, fondos de inversión, PIAS… cualquiera que no sea experto en inversiones puede volverse loco intentando identificar qué producto financiero le encaja en el camino del ahorro para su jubilación.

Plan de Pensiones

El primer impulso a la hora de tomar una decisión es fijarse en la rentabilidad de los productos. Pero cuando se trata de asegurar los ingresos posteriores al periodo laboral activo, conviene comenzar por aclarar la gran variedad de conceptos y productos que pueden servir para ese fin.

La primera y, tal vez, más necesaria diferenciación que se debe hacer es la de discernir entre Plan de Pensiones y Fondo de Pensiones. Se parecen, se necesitan, pero son diferentes.

Por ejemplo, un ahorrador no puede contratar un fondo de pensiones, pero sí un plan de pensiones. Es decir, el plan de pensiones es un producto financiero diseñado para que el subscriptor aporte periódicamente cantidades de dinero con el fin de poder recuperarlas en el momento de su jubilación.  Es la versión moderna del cerdito hucha de toda la vida. El dinero entra pero, solo se puede sacar en casos muy excepcionales (cómo cuando se rompía el viejo cerdito). Con la crisis, estas excepciones se han ido relajando y ahora es posible recuperar el dinero de un plan de pensiones en casos de desempleo de larga duración, enfermedad grave, desahucio de vivienda o si han pasado 10 años desde la primera aportación.

El plan de pensiones también se diferencia de la hucha tradicional porque ofrece rentabilidad y deducciones fiscales. Respecto a la primera solo los más arriesgados consiguen retornos interesantes para sus ahorros. Los últimos datos de Inverco recogen una rentabilidad del 6,26% para los planes de pensiones de renta variable en el último año, frente al 0,56% de los planes garantizados o las pérdidas del 0,15% de los de renta fija a corto plazo.

Esa rentabilidad es el resultado de la gestión del Fondo de Pensiones en el que se agrupa el plan de pensiones. Es decir, el Fondo de Pensiones es como la gran bolsa que acumula todas las aportaciones de cada uno de los planes. El fondo tiene una comisión gestora que se encarga de decidir los mejores destinos de inversión para rentabilizar ese dinero.

Es decir, el fondo de pensiones es el que gestiona los planes individuales. Visto lo visto en los datos de Inverco, el resultado final no es especialmente atractivo para quienes quieren compaginar el ahorro con la rentabilidad.

Aún así los planes de pensiones ofrecen otro gancho: son casi el único resquicio que queda para reducir la factura fiscal en el Impuesto de la Renta. Las aportaciones a un plan de pensiones, hasta un máximo de 8.000 por persona y año, reducen la base imponible del IRPF. Por eso, a finales de año cuando la mayoría de los contribuyentes ya tiene más o menos clara su liquidación, es el momento en el que las entidades financieras aprovechan para llamar la atención entre sus clientes. Y eso, se mantiene casi como una tradición similar al encendido de luces navideñas, aunque muchos expertos consideran que solo las rentas más altas notan realmente una reducción atractiva de impuestos con este producto. La principal razón para alimentar esta duda está en lo que ocurre al final de la vida útil de estos productos financieros. Es decir, en el momento de la jubilación. Entonces todo lo aportado se recupera como rentas del trabajo y cotizan al tipo marginal del ahorrador en el IRPF y no como capital. Es decir se puede llegar a pagar hasta un 56% en algunas zonas de España, frente al 24% que se pagaría si ese dinero fuera considerado renta del capital.

Es por ello que, una vez hechas las cuentas, cada vez es mayor el número de ahorradores preocupados por su jubilación que buscan alternativas más rentables. Es entonces cuando se dan de bruces con la gran oferta de productos financieros relacionados con la jubilación y el ahorro.

La primera gran duda a resolver será la discernir entre el ya explicado plan de pensiones y los planes de jubilación. Éstos últimos están diseñados como seguros con el objetivo de garantizar la jubilación. El atractivo que durante años han esgrimido estos seguros frente a los planes de pensiones es que sí ofrecen la posibilidad de rescatar el dinero invertido, en función de unas premisas fijadas en el contrato de suscripción. En su contra siempre ha estado la falta de incentivos fiscales y que, debido a su política conservadora, ofrecen rentabilidades inferiores.

En la elección también entrarán en juego los Planes Individuales de Ahorro Sistemático (PIAS). Se crearon en 2007 como producto de ahorro diseñado como seguro de vida. Su gran atractivo es que el capital inicial está asegurado y que hay muchas facilidades para la recuperación del dinero. Además, está acompañado por un entramado fiscal bastante favorecedor. Las aportaciones no son deducibles en el IRPF, pero, a cambio, llegada la jubilación el dinero del plan es considerado capital mobiliario y no renta del trabajo. Además, a medida que se cumplen años se reduce la carga impositiva que se aplica a los intereses obtenidos.

Si con toda esta información ya es complicado tomar una decisión, todo se complica aún más si se hace caso a quienes invitan a olvidarse del adjetivo jubilación asociado al ahorro y simplemente centrarse en buscar productos o fondos que den rentabilidad a largo plazo y convencerse a sí mismo.

Identificados los conceptos, solo cabe tunear un poco aquel famoso lema de los años ochenta y  decir busque, compare y si encuentra el mejor contrátelo.

 

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